Por Cristian Andrey Rangel Hernández
El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, un día dedicado a la lucha por la igualdad, la participación y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.
En años recientes, la lucha por la igualdad de género, ha ganado espacio en el discurso académico, político y social, y esto ha sucedido no sólo por las preocupaciones éticas y morales que pueden surgir en torno a esta situación de discriminación, sino también por los efectos que la desigualdad de género que tiene en la economía y en la sociedad.
En México, alrededor de 45% de las mujeres en edad de trabajar participan en el mercado laboral, comparado con 75% de hombres, una brecha muy grande para el siglo en el que vivimos. Sin embargo, ninguna economía avanzada o de ingreso mediano, ha logrado reducir la brecha de género lo suficiente, para situarla por debajo de los 7 puntos porcentuales, por mencionar un rango ideal.
Pero, ¿cuáles serían las ventajas de reducir la brecha de género en la economía?
Fácil y sencillo: Incremento en la productividad, el crecimiento económico y con ello el desarrollo. Esto, dado que las mujeres aportan nuevas aptitudes, habilidades e innovación al trabajo, las ventajas en materia de productividad y crecimiento derivadas de una mayor participación femenina en la fuerza de trabajo, son mayores.
De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, se calcula que el impacto económico de cerrar la brecha de género en el mercado laboral, se traduciría en un incremento del PIB de unos USD 2.6 billones, o lo que es lo mismo, un crecimiento de 34% del PIB.
Para acelerar el proceso hacia la paridad de género en México, es necesario enfocarse en el empoderamiento económico real de la mujer, por lo que se debe priorizar el acceso a la educación, a servicios financieros y digitales, así como asegurar una mayor protección legal y disminuir el tiempo en trabajos no remunerados, romper la brecha salarial y lograr la igualdad de oportunidades en puestos de toma de decisiones