Por Arturo Hernández Cordero
Los cuestionamientos hacia la administración morenista han estado presentes desde el inicio del sexenio, pero es ahora, tras cuatro años del triunfo abrumador de la izquierda en todos los niveles de gobierno y el establecimiento de MORENA, como la fuerza dominante en los tres poderes, cuando ya podemos hablar de un fracaso en la gran mayoría de los retos abordados por el Gobierno Federal.
Para hablar de las fallas y aciertos de un Gobierno, es preciso esperar a que la administración de este vaya entrando en su fase final y gran parte de las estrategias implementadas, ya hayan dado resultados (así sean positivos o adversos). En este caso, ya casi han transcurrido dos tercios de la administración Obradorista y los resultados de sus estrategias, presentan números rojos en prácticamente cada uno de los rubros.
El tema de la seguridad pública es quizás la más alarmante de las calamidades del Gobierno de AMLO. Ninguna consigna populista que pueda proferir el presidente, logra desviar la atención de una realidad tan atroz: en lo que va del sexenio, se han cometido casi el doble de homicidios acaecidos durante el gobierno de Felipe Calderón y la escalada de impunidad ha llegado a niveles desastrosos. Es la ciudadanía quien ha sufrido de primera mano, las consecuencias de una política de seguridad pública tan irresponsables.
En el rubro económico, dos millones de nuevos pobres en México, dan fe de lo errático que ha sido el manejo de la economía por parte de la 4T. Políticas sociales populistas y un gasto público desmedido, complican una economía ya de por si golpeada por la pandemia y la inflación internacional.
No obstante, AMLO y la 4T han demostrado capacidad al momento de implementar megaproyectos de infraestructura (con las deficiencias esperadas), planes de asistencia social y consultas populares, como instrumentos propagandísticos destinados a preservar la popularidad del presidente.
Los dos años restantes del sexenio son insuficientes para revertir la situación, pero la inconformidad social ya deja entrever que la legitimidad ciudadana de la 4T, no sobrevivirá cuando AMLO deje la presidencia, su figura mesiánica es su mayor (y tal vez hasta su único) activo