En la configuración política nacional hay dos caminos ideológicos muy claros, los aliados de Morena con su visión transformadora y sus adversarios del PRI, PAN y PRD. Dejando de lado los detalles, para cualquiera que viva en el país, es muy evidente la distancia entre estos dos proyectos.
No obstante, hay un tercer actor que llena de dudas el espectro político. Se trata del partido Movimiento Ciudadano (MC), que transita solo en el universo electoral y que –al parecer– su órbita es distinta a los demás.
En el mundo naranja todo es más relajado, degradan la política para llevarla a su mínima expresión, donde es muy importante tomar cerveza, tener zapatos deportivos de colores chillantes (fosfo fosfo, les dicen).
En este partido es un bien superior la juventud y se valora mucho la soberbia combinada con la arrogancia. Para muestra de lo anterior, basta decir que tienen como ejemplo a seguir al gobernador de Nuevo León, Samuel García.
En esta expresión política tienen todos los focos dirigidos a los que recién se integran al mundo electoral (los más jóvenes del padrón electoral), con tal de congratularse con aquellos que no son considerados por la política tradicional.
Su estrategia es muy simple, “cachar todo” lo que no quieren las otras expresiones políticas. Aunque podrían sofisticar sus argumentos aludiendo a la tercera vía. Es decir, a ese movimiento político que surge en Europa y que tiene su razón de ser en convertirse en una balanza. Es decir, en separarse de los extremos ideológicos. Esta corriente busca el equilibrio en sistemas donde el bipartidismo genera grandes bloques políticos y su ganancia es presentarse como una vía moderada que pretende conciliar las posiciones encontradas.
Pero en MC son más básicos, ahí solo cuenta el romper esquemas tradicionales. Para logrear sus fines y sus fines son tomar algo de morralla para sumar algo de votos y mantener los bastiones que tienen ahora.
Ojalá que dentro del esquema electoral actual era tercera vía se fortalezca con propuestas más serias. Donde de verdad se tenga una renovación y se inyecte sangre fresca a un bipartidismo (bloques) electorales muy definidos y desgastados.
Ya se verá en las campañas electorales si los naranjas le apuestan a una propuesta seria o si solo están en el escenario para subsistir y logar algo de prerrogativa y mantener los privilegios de gobernar algunas entidades.