Para poder ingresar al espacio aéreo que se encuentra en la capital hidalguense, debemos tomar en cuenta dos cosas: la primera y la más importante es que el Aeropuerto Nacional Ingeniero Juan Guillermo Villasana en Pachuca, no es un aeropuerto de vuelos comerciales por lo que la circulación de público en general, es automáticamente denegada y las visitas que llegan a tener son agendadas con cita previa.
La segunda es que si no eres miembro del ejército o no cuentas con algún permiso de aviación, es muy poco probable que te concedan el acceso, salvo las visitas controladas que he mencionado anteriormente.
En mi caso, la visita que realicé fue por parte del Colegio de Tráfico Aduanal Sobrecargo y Especialidades CTASE, como parte del reforzamiento en la formación de Sobrecargo de Aviación.
Hasta este punto, me gustaría expresar cuan afortunada me siento de haber comenzado a viajar desde muy pequeña y de haber tenido la oportunidad de conocer diferentes aeropuertos, grandes y chicos, de nivel tanto nacional como internacional.
Esto lo considero una gran ventaja, debido a que existen personas e incluso compañeros del colegio que nunca han viajado en avión y no conocen el funcionamiento de un aeropuerto; pero claro, de solo mencionarlo volvemos al diálogo previo del texto anterior porque sabemos que este es más un aeródromo que aeropuerto, por lo que la visita personalmente se tornó más interesante y satisfactoria. Y se preguntarán el ¿por qué?, bueno, pues simplemente por conocer algo nuevo.
El primer paso fue el acceso. Nuestra cita estuvo programada para iniciar a las 10 am, y fue en la entrada principal donde nos reunimos dos grupos en formación: el primero conformado por chicos de nuevo ingreso y el segundo correspondía a mi grupo de futuras sobrecargos.
Arrancamos con un registro de nombre completo e identificación oficial vigente. Posterior a eso pasamos a un escáner breve, dónde se nos otorgó el acceso con un gafete de visitante y más adelante pasamos otro filtro de seguridad. Todos llevábamos nuestro uniforme de prácticas, por lo que solo nos colocamos un chaleco de seguridad encima y gorra, pues ese día el sol estaba potente.
La visita fue dirigida por un oficial de bomberos acompañado de nuestro profesor a cargo. La primera parada fue el Hangar no. 3. Un hangar, por si no están muy familiarizados con el término, es un espacio grande y cerrado que comúnmente se utiliza para salvaguardar aeronaves y dirigibles, y se encuentran generalmente en los aeropuertos o aeródromos como este. Entonces, el primero que visitamos era donde estaban estacionados los camiones de bomberos y ambulancia. Fue ahí donde se nos explicaron las partes de ambos vehículos y su funcionamiento, además de realizar un breve repaso de primeros auxilios, conocimiento fundamental para la tripulación de cabina para poder asistir correctamente a los pasajeros durante un vuelo.
De ahí nos trasladamos hacia un costado de la pista aérea, donde se encontraban los contenedores de turbosina. La turbosina también conocida como JetA1, es un combustible de aviación que se utiliza en aeronaves con motor de turbina de gas como aviones, jets y helicópteros. El ingeniero a cargo nos explicó la capacidad y funcionamiento de dichos contenedores, además de compartirnos una breve reseña de lo que era su trabajo y en que consistían sus pruebas de campo.
Lo más importante es la revisión periódica del combustible para mantener su calidad y evitar accidentes, esto gracias el Equipo de Prueba de Explosión y al Cuerpo de Rescate y Extinción de Incendios.
Una parte entretenida y hasta cierto punto poética fue caminar a un costado de la pista y ver las líneas infinitas que las marcan proyectadas hasta las nubes; más adelante en la Torre de Control nos explicarían su significado de cada una.
Como el espacio de Pachuca es un aeródromo pequeño, la llegada y salida de aeronaves es variable porque el movimiento es solo de particulares y desafortunadamente, ese día nosotros únicamente presenciamos un despegue justo cuando íbamos ingresamos a las instalaciones.
La parte más entretenida fue la visita a uno de los hangares donde le dan mantenimiento a aeronaves particulares. Ahí pudimos platicar y practicar con otro ingeniero, que nos compartió de su experiencia. Con una amplia sesión de fotografía fuimos descubriendo uno a uno, los diversos modelos que se encontraban dentro.
La última parte fue visitar la Torre de Control que corresponde al punto o edificio más alto dentro de un espacio aéreo, y es a ahí donde se dirige y controla el tráfico de aviones. En Pachuca, el movimiento es doméstico, es decir que los particulares que piden permiso para hacer uso de la pista normalmente son aeronaves que llegan de estados o aeropuertos vecinos, es decir desde Querétaro, Puebla, Toluca hasta el AIFA (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles).
La visita duró más de 4 horas y a pesar de ello aún faltó mucho por ver. Quede muy agradecida por tener la oportunidad y espero en algún momento también regresar.
Y si ustedes también tienen curiosidad, les comparto un par fotos del lugar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *