La pobreza energética en México afecta al 36.7 por ciento de los hogares, por lo que es imperativo que se desarrollen políticas públicas y estrategias efectivas para asegurar que todas las comunidades, en especial las rurales e indígenas, tengan acceso a una energía asequible, fiable y sostenible, que promueva su desarrollo, afirmó la diputada del Partido Revolucionario Institucional, Sayonara Vargas Rodríguez.
Manifestó que la pobreza energética en nuestro país es evidente en la realidad, pues está ausente en el marco normativo y en el discurso político.
Indicó que la pobreza energética se centra en la falta de acceso a fuentes de energía asequibles y confiables para satisfacer las necesidades básicas, como calefacción, iluminación, refrigeración y cocción. Las poblaciones rurales y las comunidades indígenas dependen en gran medida de fuentes de energía tradicionales, como la leña y el carbón, los efectos de la pobreza energética se agravan aún más en estas áreas.
“Un trágico ejemplo de esto es que alrededor de 1.3 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, mueren prematuramente cada año a nivel mundial debido a la exposición a la contaminación del aire en el hogar, producto de cocinar y calentar con estufas de biomasa tradicionales e ineficientes.
Además de que las comunidades indígenas se encuentran en desventaja socioeconómica y, como resultado, son más vulnerables a la pobreza energética. “La falta de acceso a fuentes de energía fiables y asequibles solo perpetúa la desigualdad y la marginación, lo que va en contra de los principios fundamentales de justicia social y equidad”, expresó la priista hidalguense.
Subrayó que uno de los impactos más inmediatos de la pobreza energética en las comunidades rurales e indígenas es su efecto en la salud, pues el uso de fuentes de energía inadecuadas, como la leña, para cocinar y calentar, expone a las personas a humos tóxicos que pueden causar problemas respiratorios crónicos y enfermedades pulmonares.