Por Arturo Hernández Cordero
A finales de la semana pasada, el presidente dedicó parte de su conferencia matutina a cargar contra el periodista de oposición Carlos Loret de Mola, donde aseguró que este último percibió ingresos por más de 35 millones de pesos, citó las fuentes de los ingresos del periodista y dijo que pediría al INAI investigar irregularidades en su fortuna.
Todo esto viene a raíz de que Loret de Mola, sacó a la luz pública en las pasadas semanas el presunto caso de conflicto de interés del hijo mayor del presidente, José Ramón López Beltrán. En su descargue en contra de Loret de Mola, el presidente obvió dos cosas importantes: que es ilegal difundir datos fiscales de un ciudadano que no es funcionario público y que no es del interés de la agenda pública los ingresos de un periodista.
En primera instancia, revelar la información fiscal de Loret de Mola propicia la victimización por parte de la prensa opositora, y martiriza a un periodista que en circunstancias habituales no sería la brújula moral de nadie dada su inescrupulosa carrera, pero que ahora es tendencia nacional en las redes sociales y es percibido como una víctima.
El presidente ha propiciado que varios líderes de opinión en el país se manifiesten en contra de su intolerancia, que aunque no se traduce en censura, si se manifiesta cuando el presidente usa todo su poder mediático para estigmatizar a cualquiera que difiera con él.
Por otro lado, el tema del conflicto de interés que parecía estar pasando con mediana trascendencia, el presidente lo llevó a la agenda pública al emprender su campaña en contra de Loret de Mola y cualquier periodista que hiciera mención al caso.
A la ciudadanía no le genera mayor ruido que el hijo del presidente haya alquilado una casa del ex empleado de una compañía asociada con PEMEX, pero si lo hace el hecho de que el presidente esté empecinado en denostar al periodista que reveló el caso.
Una polémica que parecía ser efímera, ahora tiene a AMLO enfrentado con la prensa nacional y a José Ramón dando explicaciones inconsistentes por redes sociales. La verborrea y bravuconería innecesarias una vez más le traen problemas a un presidente carente de templanza y mesurar