Por Javeth Hernández
Entre todos los rifirrafes sostenidos por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en contra del sector privado, se avecina el que sin duda será el más escabroso y complejo hasta el momento: la nueva Reforma eléctrica, o cómo muchos ya la llaman “la contra reforma”.
Y es que el pasado viernes el Presidente envió al Congreso una iniciativa de reforma en materia energética, qué lleva al panorama general del país a la incertidumbre. Los tres principales puntos de la iniciativa presentada por el presidente son: garantizar el 54% del mercado para la CFE, revisión de contratos entre el Estado y las grandes corporaciones (entre ellos, los de auto abasto de electricidad) y terminar con las subastas para la creación de nuevas centrales eléctricas.
Tales medidas implican grandes riesgos, como la perpetuación de monopolios por parte de la empresa estatal, abandono del compromiso climático de energías limpias que establece el T-MEC, batallas legales con las grandes industrias, entre otros muchos inconvenientes.
No obstante, también le otorga un margen de maniobra más amplio al Estado mexicano, al momento de renovar sus medios de producción de energía eléctrica y un mayor control sobre los precios.
Dicho esto, ahora toca analizar otro campo de disputa: el político. El grupo parlamentario del PRI por primera vez en el sexenio, parece tener todos los reflectores apuntándole al encontrarse inmerso en una gran disyuntiva: ser leal a su alianza “Va por México” con el PAN y PRD, de cara a las gubernaturas del siguiente año votando en contra de la reforma, o buscar concordia con MORENA y sus adeptos, votando a favor de la reforma.
El primer escenario supone desperdiciar la oportunidad de congraciarse con el electorado mexicano, el segundo, supone perder alianzas y ser incongruentes votando en contra de lo estipulado en su propia reforma.
No es arriesgado vislumbrar que el PRI se juega su destino inmediato con la próxima decisión de su bancada. Por último, debemos preguntarnos ¿qué tan viable es cambiar dos veces de modelo energético en tan solo 8 años? Si no fue fácil afrontar los cambios que supuso la reforma del 2013, hoy lo será menos que nunca