Por Arturo Hernández Cordero

El cierre de la semana pasada, resultó complicado para el oficialismo. Después de que la ostentación del secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval (quien continuamente realiza lujosos viajes al extranjero en jets del ejército acompañado de su familia) fuese exhibida, y que el Presidente López Obrador profiriera comprometedoras declaraciones en contra de las autoridades estadounidenses; el titular del Poder Ejecutivo se vió afectado en su estado de salud tras (según la versión oficial) contagiarse de COVID-19 y sufrir un desmayo en medio de una reunión con militares en la ciudad de Mérida el pasado domingo.
Inmediatamente después de que el Presidente retornara de forma anticipada a la Ciudad de México y diera a conocer a la ciudadanía su situación por medio de las redes sociales, simpatizantes y opositores empezaron a especular acerca del verdadero estado de salud del Presidente y a divulgar información no corroborada sobre ello, llegando a afirmar que el presidente había sufrido un presunto infarto o un accidente cerebro vascular y que estaba imposibilitado para seguir gobernando.
La salud de AMLO fue el tema de debate durante cuatro días, tiempo suficiente para que el escándalo del Gral. Cresencio Sandoval y las descalificaciones en contra de las autoridades de EE.UU. pasaran a segundo plano.
Además, la incertidumbre se ha dado durante la semana de clausura del Periodo Legislativo en el Congreso, lapso en el que la bancada de MORENA y afines, aprobaron en Fast Track nuevas leyes en materia de salud y ciencia que han significado la desaparición del INSABI y el CONACYT, además de la militarización del espacio aéreo y el sistema ferroviario.
AMLO dictó una vez más la agenda política, y el día miércoles 26 de abril, subió a sus redes sociales un video aclarando lo sucedido y donde se le aprecia en buen estado de salud, sin dejar pasar la oportunidad de tildar de mezquinos y mentirosos a sus opositores por especular sobre el tema. De nuevo, la carencia de una agenda política propia por parte de la oposición les ha jugado en contra y los ha dejado a merced de los intereses morenistas.

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