Hace unos días – a través de redes sociales – el presidente de México informó que nuevamente estaba contagiado de covid. Casi a la par, diversas voces especularon sobre el estado de salud del mandatario generando cierta confusión.

A lo anterior, hay que sumar que sumar que, durante dos días, López Obrador no tuvo ninguna exhibición pública lo que alimentó con creces los rumores sobre un posible infarto o derrame cerebral e incluso, los más aventurados (irresponsables), lo dieron por muerto.

Nada de lo anterior fue cierto, el presidente salió en un video disipando las dudas y comentado una serie de cuestiones – quizá irrelevantes – pero que dejaron en claro que gozaba de plena salud y que lo suyo, efectivamente, había sido un contagio leve.

Estos tropiezos de los medios que dieron cobertura a un posible desenlace catastrófico del mandatario, dejan en claro que todavía no son capaces de darle mérito a la estrategia de comunicación que tienen en presidencia.

En lo que podría ser un movimiento magistral, los asesores del presidente jugaron nuevamente con la percepción de lo que pasaría si el titular del ejecutivo federal faltara. El resultado fue muy revelador.

Es claro que los adversarios jugaron un juego estéril pensando en las diversas posibilidades que al final del día quedaron nulificadas. Y, por el contrario, creció la percepción de un presidente que es capaz de superar las adversidades de su frágil salud.

Esa estrategia funcionó en su momento en Cuba donde varios de los habitantes de la isla pensaron durante años que Fidel Castro era inmortal. Por su longevidad, pero sobre todo por los incontables intentos por asesinarlo sin éxito.

Ahora, guardadas todas las proporciones, López Obrador sale victorioso de aquellos que literalmente “lo daban por muerto”. De tal suerte que se posiciona como un político experimentado que va un paso por delante respecto de sus adversarios.

Lo que es un hecho es que el presidente sentó una dinámica de trabajo que ninguno de sus antecesores tenía. Trabaja todos los días desde muy temprano y los fines de semana recorre el país. Con ese ritmo cualquiera pediría unos días de reposo.

Aun así, el mandatario anda activo con un discurso de transformación al país sin pausa ni descanso. Eso también es un plus para los que ven en López Obrador un político comprometido con su trabajo en comendado.

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