Por Arturo Hernández Cordero

Más de un mes ha pasado desde el último desliz en materia de política exterior, por parte del presidente López Obrador, cuando profirió descalificaciones en contra de España y afirmó que esta última “saqueaba” a México.
Pues de nueva cuenta, el mandatario mexicano ha demostrado su nula capacidad diplomática y ha escrito un comunicado tildando de “borregos” e “injerencistas” a los diputados del Parlamento Europeo, esto a raíz de que los eurodiputados instaran al Gobierno de México a propiciar un entorno más pacífico para los periodistas y activistas del país.
El comunicado, redactado personalmente por López Obrador, más que el pronunciamiento de un mandatario, parece ser la rabieta de un adolescente tardío disociado de la realidad, que no tiene reparo en referirse con términos despectivos e infantiles a una institución parlamentaria de relevancia internacional.
López Obrador se refiere indiscriminadamente como “borregos” y “golpistas”, a cualquier que manifieste desacuerdo alguno hacia su mandato, no importando si se trata de un periodista o del Parlamentario Europeo.
El presidente no concibe la idea de que alguna discrepancia hacia su gobierno sea genuina y ajena a motivaciones facciosas, es obsesivamente intolerante a cualquier critica, por tanto, no resulta sorpresiva su respuesta adversa a la urgencia emitida por el Parlamento Europeo.
Lo que verdaderamente desconcierta es el contenido tan burdo del comunicado, la terminología vulgar y tosca empleada por el presidente y sus allegados al momento de tratar los asuntos exteriores de México.
Pero, ante tantas aberraciones en material diplomática proferidas por AMLO, es preciso preguntarnos ¿qué hacen la Secretaría de Relaciones Exteriores y su titular Marcelo Ebrard al respecto?
Ebrard, como representante de la política exterior del Estado Mexicano, no ha sabido ser un contrapeso de prudencia y diplomacia frente al comportamiento intolerante y errático de López Obrador; desde su cargo como titular de Relaciones Exteriores, se ha mantenido al margen de las polémicas exteriores del presidente, lo que no lo deja bien parado, teniendo en cuenta sus aspiraciones de cara a las próximas elecciones presidenciales

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