El 19 de enero de 2019, una toma clandestina abierta en una tubería en Tlahuelilpan, Hidalgo, se prendió fuego y explotó, acabando con la vida de 137 personas.
A pesar de haber pasado esta dolorosa tragedia, Hidalgo se coloca a la delantera en el robo de hidrocarburos en el país.
Para quienes se preguntan por qué este delito sigue en expansión, el doctor José Antonio Álvarez León, especialista en temas de seguridad y académico de la UNAM, ofrece una respuesta contundente: “porque crece donde hay tanta ganancia como impunidad”.
Y es que en un estado con tanta pobreza y desigualdad, el huachicol es capaz de mover la fuerza productiva de los jóvenes e incluso de familias completas, que quieren llevar recursos a sus hogares. Y que representan mano de obra barata para el crimen organizado, quienes los pueden emplear como picadores, sicarios, halcones, productores de droga sintética, acarreadores, revendedores o vigilantes de casas de seguridad.
“Los papás ordeñan, los hijos son halcones y las mamás despachan la gasolina robada”, ha señalado el mismo especialista, aunque es algo que se sabe: en varios municipios hay bodegas llenas de gasolina y se ha llegado a ver a jóvenes con la boca y el resto de la cara quemada, por succionar el combustible de la manguera a la hora de despachar.
Según las propias estimaciones de los técnicos de Pemex, para realizar el robo de un poliducto, que tiene un diámetro de 18 a 40 pulgadas, se requiere de una cuadrilla de 30 a 40 personas.
Si bien de enero de 2019 a septiembre de este año, la Fiscalía General de la República, ha decomisado en nuestro estado 2 millones 552 mil 769 litros de combustible, se han asegurado 4 mil 295 tomas clandestinas, se iniciaron mil 75 carpetas de investigación y se obtuvieron 21 sentencias condenatorias en contra de 46 personas, el problema crece y crece.
La impunidad en muchos casos es solapada por las propias autoridades, pero también por las comunidades pese a su propio riesgo, como ocurrió en la localidad de Conejos, en Atotonilco de Tula, cuando vecinos intentaron recuperar una pipa cargada con tres mil litros de diésel, presuntamente extraído de una toma clandestina y que había sido asegurada por la policía municipal.
Hidalgo concentra el 45% de las tomas clandestinas y se seguirá robando hasta que nos alcance otra tragedia

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