Uno de los asuntos que llama poderosamente la atención en esta jornada electoral que tuvimos en el estado de Hidalgo, es lo relativo al conteo de votos. En este particular, hay varias cosas que decir que pudieran ser anecdóticas pero que tienen implicaciones políticas muy relevantes.

Vale la pena mencionar, que una vez concluida la jornada electoral los funcionarios de casilla (en especial los escrutadores) cuentan los votos. Al finalizar este proceso, se requisita un acta con los resultados finales en donde los representantes de los partidos políticos y representantes de casilla firman.

Este trámite conlleva a que los presentes –de alguna manera– avalen lo ocurrido en la casilla porque, además, pueden incluir en el paquete electoral un escrito de protesta o cualquier observación e incidencia de inconformidad si es el caso.

Pues bien, bajo este procedimiento el resultado de una casilla se encuentra vigilado por un buen número de personas con intereses específicos. En otras palabras, es casi imposible que en ese microespacio exista alguna alteración del resultado porque eso implicaría una suma de complicidades. De tal manera que hay que descartar ese posible escenario.

Entonces ¿Por qué cuando se hace un recuento de votos aparecen tantas inconsistencias?  Cualquiera pudiera entender un error, pero hay casos difíciles de explicar. Por ejemplo, Pachuca, con todas las actas computadas, arrojó una diferencia entre el primero y segundo lugar de 373 votos. Esto representaba una ligera ventaja para el candidato del PRI. Pero una vez concluido el recuento la diferencia a su favor, creció a 2, 174 votos. Es decir, se multiplicó seis veces más.  

Otros casos igualmente relevantes son Tulancingo, donde el primer lugar con todas las actas computadas tenía una diferencia con su más cercano competidor de 855 votos. Una vez concluido el recuento, el segundo lugar aparece como ganador con 310 votos. Por tanto, en Tulancingo se revierte el resultado a favor del PRI, a diferencia de Pachuca donde la ventaja de ese partido creció exponencialmente.

En Acaxochitlán, después del recuento total se declara un empate. Lo anterior, a pesar de que las actas computadas al concluir la jornada electoral, daban una ventaja al aspirante del PRI por 122 votos. Bajo este esquema, Ixmiquilpan y Zimapán presentan diferencias muy estrechas en el recuento de la votación lo que parece indicar que esos casos terminarán en los tribunales.

En suma, ¿a qué se debe esto? ¿Alguien contó mal los votos en una primera instancia? ¿se alteraron los paquetes electorales? ¿Cómo explica la autoridad electoral esta situación? Vale la pena, responder estos cuestionamientos para dar certeza al proceso electoral.

De todo lo anterior se desprenden dos reflexiones adicionales. Hay que hacer algo con el sistema de votación en México. Incorporar las nuevas tecnologías, capacitar más a los funcionarios de casilla, poner más candados a la hora del recuento, entre otros. Esto es urgente antes de celebrar la elección madre de 2021.

Y la segunda reflexión tiene que ver con los candidatos. Declararse ganador sin resultados oficiales, es un gran riesgo. Eso debería de tener una sanción porque genera incertidumbre y enrarece el clima político.

Hay que tener claro que todos los participantes en una elección, tienen derechos y obligaciones. Uno de ellos debería ser conducirse por los canales institucionales y no confundir a las personas asumiéndose como ganadores de una contienda cuando todavía no tienen la constancia que los acredite como tal.

@2010_enrique

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