El domingo pasado iniciaron formalmente las campañas electorales en Hidalgo y cinco entidades más que renovarán sus gobiernos locales el próximo mes de junio. Las cuatro opciones quedaron de la siguiente manera, Carolina Viggiano por la coalición del PRI, PAN y PRD; Julio Menchaca por Morena, PT y PANAL; Francisco Berganza por MC y José Luis Lima por el PVEM.

Los cuatro candidatos llevaron sus eventos de arranque de campaña con creatividad y simbolismo. Viggiano, consideró pertinente iniciar el primer minuto en Tula. Quiso madrugar a sus rivales y probablemente lo logró.

Por su parte, el candidato naranja –expuesto al ridículo por hacer conciertos en lugar de eventos políticos–, apostó por el mismo concepto. A su equipo le pareció buena idea ir al palacio de gobierno para cantar las golondrinas, a los que llamó “políticos corruptos que han gobernado al estado por más de 100 años”.

Dicha actividad suena picaresca pero no obtuvo los resultados esperados. No se transmitió un buen mensaje porque la música –siendo un lenguaje en sí mismo–, no puede sustituir las propuestas serias que requiere un proyecto político que aspira a ser gobierno.

Ahí falló el mensajero y el mensaje, el cantante no cantó, no movilizó a sus simpatizantes, no fue capaz de tomar en serio su primer evento de campaña. En suma, un capítulo más para aquel que está acostumbrado al ridículo. 

Menchaca se trasladó a la huasteca hidalguense, donde miles de voluntades cobijaron el proyecto de morena y sus aliados. El simbolismo en su máxima expresión. Estas tierras maltratadas por gobiernos anteriores siempre levantan la voz para encender la flama de la esperanza.

Los métodos tradicionales dictan “mostrar músculo” en estos eventos y bajo esa lógica, lo ocurrido en Huejutla cumplió su con su cometido. Candidato y simpatizantes reunidos en la plaza pública mandaron un mensaje poderoso.

También en el partido verde optaron por lo probado. Acudieron a un municipio donde son gobierno y se dejaron consentir por los suyos. Con menos capacidad de convocatoria, pero con el ánimo de llevarse algo en la primera contienda donde participan solos.

Ante este escenario, ya se asoman algunas cuestiones que marcarán el devenir de las campañas. Por el lado del PRI y sus aliados, apostarán a la diatriba y la descalificación. Es claro que siendo tan marcada su diferencia con el puntero en las encuestas (Menchaca), tienen que utilizar este método.

Por tanto, lo suyo ira por dos vías, el ataque y la propuesta en proporciones similares. Parece que jugarán con ese doble racero y que quizá, conforme pasa el tiempo y ante la posibilidad de que se mantengan las preferencias como hasta ahora, se inclinen más por el criterio beligerante.

En la estrategia, hay quienes buscar ganar, otros que buscan sobrevivir y otros que no saben con claridad a qué juegan.

Con estas características serán muy interesantes los caminos por venir. Este termómetro de la política hidalguense nos dejará muchas enseñanzas. Entre ellas, la altura de miras del pueblo de Hidalgo.  

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