En el marco de la clausura de la Feria Universitaria del Libro un grupo de alumnos se manifestaron pidiendo ser escuchados por el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Al no tener éxito en su encomienda, decidieron boicotear el evento sin que las cosas pasaran a mayores.

Todo parecía transitar sin mayor contratiempo en aquel recinto deportivo, convertido en feria del libro, cuando de repente un grupo de universitarios del centro de las artes, decidieron subir a tribuna con cartulinas e impedir un concierto de la orquesta sinfónica. 

El asunto, al parecer, era desconocido para los asistentes que con sobrada sorpresa fueron testigos de este complot universitario. Por lo poco que se pudo escuchar de aquellos que robaron el micrófono por breves segundos se trata de un problema casero relacionado con la nueva directora de un instituto.

Ese dilema, no obstante, alcanzó dimensiones insospechadas porque las autoridades universitarias no se esperaban este revuelta, al grado de estar por varios minutos paralizados sin saber qué hacer o cómo proceder.

Mientras tanto los inconformes fueron dueños del escenario que conglomeró a varios miles de lectores que esperábamos disfrutar de una apacible tarde de otoño con fondo musical de los ochenta como estaba anunciado en el programa.

Nada de lo anterior se cumplió porque el entorno se hizo raro. Por un lado, las autoridades no tuvieron capacidad de reacción, y por el otro, los manifestantes no supieron aprovechar esa tribuna multitudinaria.

Vale la pena resaltar que el rector Octavio Castillo Acosta acaba de ser electo en tal responsabilidad. No obstante, se trata de un universitario de larga data. Su trayectoria ha sido en las filas de la UAEH y los asuntos relacionados con la materia no le son ajenos.

Lo que si es muy lejano es este escenario de inconformidad de la comunidad universitaria; o al menos, de algunos alumnos del centro de las artes. Su novatada se entiende porque hasta hace poco los foros universitarios estaban muy controlados.

No hay que olvidar que esa universidad se ha caracterizado por un dominio férreo de un solo grupo que ostenta la rectoría desde hace varios años. Todos ellos a la sombra de Gerardo Sosa Castelán personaje que se encuentra en prisión domiciliaria por los delitos de operación con recursos de procedencia ilícita, lavado de dinero y defraudación fiscal.

Pues en ese entorno resultaba difícil tener disidencia universitaria. De tal suerte que lo ocurrido en la clausura de la feria del libro, sienta un precedente de indisciplina interna que habría que considerar.

Hay que estar atentos para conocer las medidas que tomará la UAEH contra estos alumnos que tuvieron el valor de manifestar sus inconformidades. Hay que conocer también las motivaciones de las autoridades por hacer caso omiso a los alumnos.

Pero, sobre todo, hay que acostumbrarse a los nuevos tiempos, donde no se puede controlar a las personas como si fueran soldados al servicio de un particular. Bienvenida la crítica universitaria lugar de donde emergen las mejores ideas y los mejores liderazgos.

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