Jair Bolsonaro puede ver su futuro político comprometido con la comisión del Senado que investiga su gestión de la pandemia, pero sigue con su dinámica provocadora a pesar de su desgastada popularidad.
Con el país rozando ya los 500.000 muertos por la pandemia, el mandatario lideró el fin de semana en Sao Paulo una masiva concentración de motos, bautizada “Acelera para Cristo”, en la que se desplegaron 6.300 agentes para mantener la seguridad, lo que costó más de 230.000 dólares.
En un claro desafío y contradiciendo las normas sanitarias, Bolsonaro no llevó mascara. Tampoco lo hicieron su hijo Eduardo, tres de sus ministros y varios diputados. Todos fueron multados.