Si alguna vez has visitado la capital francesa, habrás observado los peculiares puestos a lo largo del río Sena llenos de libros, cuadros y postales de la ciudad. Si aún no has tenido esta increíble oportunidad de viajar, seguramente los ubicarás de algún ejemplar del séptimo arte, por ejemplo en alguna película de Woody Allen.
Así que, en la redacción del día de hoy, les contaré de estos sitios que en realidad son librerías y se llaman “bouquineries”.
Este vocablo es antiguo, de hecho l’Académie française (institución encargada de regular y perfeccionar el idioma francés) define la palabra “bouquinerie” como comercio de libros de segunda mano o lugar con un montón de libros viejos. Es una palabra del siglo XVII y se deriva de “bouquin”, que es un término muy familiar para llamar a un libro viejo.
Pero bueno, yo sé que son muchos términos y no les voy a dar toda una clase de literatura francesa, sin embargo, actualmente son sitios turísticos obligatorios en la visita a París.
Recuerdo haber platicado es su momento con Germain sobre estos atractivos parisinos, y me llamó mucho la atención que, siendo el francés, no supiera puntualmente el nombre de estos espacios.
También recuerdo que anteriormente le había preguntado a Camille del nombre de estas estaciones de libros y “souvenirs”, pero tampoco me dio una respuesta. A él lo perdoné, pues proviene de norte de Francia y pensé que tal vez no estaba muy familiarizado con estos sitios. Así que sin la ayuda de mis amigos, tuve que investigar por mi cuenta después. Entonces, ¿por qué son tan famosos si los franceses no conocen su nombre?
Bueno, la historia es muy simple. Las “bouquineries” son las librerías más peculiares al aire libre en todo el mundo. Estas surgen en Francia, principalmente en la capital, cerca de la Iglesia de Notre-Dame, posiblemente por ser un barrio muy transitado. Eran consideradas como librerías antiguas por los ejemplares que se ofertaban, y la persona a su cargo, con su atención y cuidado, se convirtió en el individuo que ocupa uno de los oficios más antiguos y respetables relacionados con los libros: “bouquiniste”.
Él no solo se encarga del comercio de los libros, sino que además es una persona culta que te sabrá dar recomendaciones principalmente de la literatura francesa y de los artistas locales.
Con el paso de los años, las “bouquineries” fueron cambiando de dueños y siendo París una de las ciudades más visitadas del mundo, estas fueron llenándose de “recuerditos”, para ofertar a los turistas que visitaban la ciudad. Y aunque económicamente se escucha bien, realmente fueron perdiendo su esencia como librerías.
Durante la pandemia, no solo permanecieron cerradas, sino que muchas fueron desocupadas. Pero al ser de los pocos establecimientos permitidos en las calles de París, era necesario su resguardo.
Actualmente, el gobierno municipal busca realzar estos espacios, no solo porque forman parte de una increíble historia literaria en París, sino que además dan vida a los alrededores del Barrio Latino

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