“Llueve,
llueve frente a mis ojos
y los autos van pasando,
salpicando las aceras
desnudando su andar. […]
El cúmulo de gotas
como ríos abrazadas van;
y el sonido que se transmite,
es palpante y constante,
como un recuerdo
que permanece
y no se va.
Llueve,
llueve y las personas
extasiadas corren.
Las angustias se
acrecientan y las
aventuras, bajo gritos
de alegría, crecen. […]
Llueve,
llueve y el tiempo
pasa más aprisa;
una sensación que
devora mi mente
se tranquiliza y armoniza
bajo ideales subcutáneos
de humedad.”

De las últimas grandes aventuras gastronómicas que tuvimos en este último mes, he contemplado como principales a las cenas familiares y los respectivos recalentados del 24 y 31 de diciembre. ¡Ah, pero qué buena temporada llena de “comedera” estamos teniendo!
Y aunque podría continuar la redacción contando sobre las delicias que tradicionalmente degustamos en esas fechas, porque ya habrán notado que soy una apasionada a la comida, ¿alguien prestó atención a la lluvia de esos días? Bueno yo sí.
Tomando en cuenta la introducción de este texto, con el fragmento de un viejo poema de mi autoría, el día de hoy, siendo mi primer texto de escritura creativa del año 2023, no hablaré como tal del clima, pero sí del significado de la lluvia que a veces inspira esa melancolía.
El pasado 24 de diciembre, ya entrada la noche, en la zona del Valle de Tulancingo se desató una fuerte lluvia. Afortunadamente, esta lluvia no impidió el disfrute de la “Noche Buena”, aunque sí dejó varias consecuencias en algunas comunidades al siguiente día. Por ejemplo, con las bajas temperaturas, las casas, los vehículos y los árboles amanecieron con formaciones de hielo.
Lo mismo sucedió la noche del 31 de diciembre. Tuvimos una tormenta justo antes de medianoche, y tomando en cuenta que fue el último día del año 2022, lo he relacionado como el gran final para dar paso a un nuevo ciclo.
Realmente existen muchos significados asociados al agua y a la lluvia, pero lo convencional es que ambos se encargan de limpiar todo lo que tocan, de nutrir y de purificar. Es por eso que la lluvia en esos días ha llegado con un toque de melancolía, dejando los recuerdo malos en burbujas y enfocándonos solo en el aquí y el ahora.
Porque al estar en casa con nuestros seres queridos, disfrutando entre comida, risas y vivencias, los mejores momentos se activan. El detalle romántico de una velada bajo la lluvia se vuelve “cliché”, pero es esa lluvia la encargada de marcar un antes y un después.
Por ese motivo, les invito a que pensamos positivo y le demos la bienvenida a un nuevo año lleno de aventuras y muchos festejos. Me imagino que si comieron a tiempo sus 12 uvas, querrán cumplir todos sus propósitos, así que los invito a poner un poco de color cada día en su vida. Muchas gracias por seguir constantes. Un abrazo cariñoso y éxito en esto que ya hemos comenzado juntos

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