Por Arturo Hernández Cordero
En la región latinoamericana, países como Venezuela, México u Honduras, atraviesan por una situación de inseguridad y violencia alarmantes, que se encuentran entre las mayores del mundo; no obstante, la gran mayoría de los medios internacionales, se ha centrado en criticar la estrategia de seguridad de un país latinoamericano, en específico: El Salvador.
El pequeño país centroamericano, ha sido gobernado desde el 2019 por el presidente Nayib Bukele, quien desde inicios de su mandato, ha emprendido una cruzada de grandes dimensiones en contra del crimen organizado, por medio de una política de mano dura y tolerancia 0, hacia los pandilleros que durante décadas asolaron a El Salvador, lo que le ha valido innumerables críticas en su contra desde el exterior (que se han agudizado tras anunciar sus intenciones de reelegirse en 2024).
Para entender el por qué del estado de excepción que ha llevado a la cárcel a más de 60 mil pandilleros en El Salvador, hay que entender el contexto del país antes del mandato de Bukele: en 2015, dicho país registraba una tasa de homicidios de 103 por cada 100 mil habitantes, mientras que en 2023, tras cuatro años con Bukele en el poder, la tasa de homicidios se sitúa en 7.8.
Mandatarios de la izquierda Latinoamericana, entre los que se encuentran Nicolás Maduro, López Obrador o Gustavo Petro, han arremetido en varias ocasiones en contra de su homólogo salvadoreño y lo han acusado de violentar los derechos humanos de los pandilleros y han hecho eco, de las difíciles condiciones que enfrentan en las cárceles de El Salvador.
Sin embargo, más del 90% de los salvadoreños respalda la gestión de Bukele, por lo que el injerencismo de los mandatarios ya mencionados (quienes dicho sea de paso, no han logrado disminuir la inseguridad en sus países), no tiene justificación alguna.
La situación extrema de inseguridad en El Salvador previa al Gobierno de Bukele, ameritaba medidas radicales y de prescindir de los preceptos progresistas que protegen y fomentan a los criminales en ciertos países de Latinoamérica; para fortuna del pueblo salvadoreño, Nayib emprendió dichas medidas y hoy El Salvador, se ha pacificado considerablemente.