Los burros son animales domésticos, que principalmente en el sector campesino de Tulancingo aún tienen mucha importancia en los trabajos de carga, se encuentran en peligro de extinción, advirtió el director de Desarrollo Rural, Óscar García Vargas.
“Este animal tuvo mucha utilidad desde tiempos ancestrales, sobre todo para el acarreo de agua y leña, pero hoy en día todos los hogares, incluidos los de las comunidades más alejadas, cuentan con la mayoría de los servicios y el burro ha sido desplazado, por lo que ya no genera interés adquirirlos o fomentar su crianza”.
Agregó que existen agrupaciones dedicadas al rescate de este equino para que no desaparezca y su especie no solo se conserve, sino que se perpetúe.
El funcionario, dijo que los últimos ejemplares que han llegado a esta demarcación, provienen de los estados de Durango, Chihuahua, Zacatecas y Coahuila.
Puntualizó, que aunque no hay un censo de cuántos asnos existen en el municipio, en comparación con años pasados, quedan muy pocos.
De acuerdo con estudios e investigaciones de la Universidad de Chapingo, en el año 1991 había alrededor de 1.5 millones de asnos en México, pero actualmente queda menos de la mitad de aquel número.
“Todavía en comunidades como Santa María Asunción y Santa Ana Hueytlalpan, podemos encontrar algunos burritos en los macheros y hay quienes llegan a las zonas urbana y conurbada, para vender tierra de monte, la cual la transportan a lomo de estos animales”.
El entrevistado, comentó que aun cuando la especie se encuentra literalmente amenazada, mucha gente ha abusado de la nobleza de este animal, con cargas en exceso de peso y otros tipos de maltratos.
Contrario a lo que se ha creído, el burro es un animal de gran inteligencia; no obstante, con el paso del tiempo ha sido una especie que se ha descuidado y las consecuencias están a la vista.
Los asnos llegaron al continente americano junto con los españoles. Y es que, antes de la colonia no había “bestias de carga”, sino solo tamemes, es decir, hombres cargadores.
También, se dice que el obispo fray Juan de Zumárraga sintió tanta pena por los tamemes, que decidió importar burros desde Castilla hacia la Nueva España.
Aquellos simpáticos mamíferos llegaron por el año 1533 y de inmediato encontraron las condiciones idóneas para reproducirse.
Desde entonces se volvieron parte imprescindible para diversas actividades principalmente económicas.
Contrario al prejuicio que se ha creado en torno suyo, el burro no es un animal tonto. De hecho, es todo lo contrario.
Los zoólogos que estudian al asno han declarado que este posee una gran inteligencia, incluso, son tan sensibles que en caso de recibir malos tratos, se niegan a obedecer.
Por ello, han recibido el título de testarudos o tercos y por lo tanto, de poco inteligentes.
Como prueba de su astucia tenemos que tanto ellos como las mulas, son muy buenos para andar en caminos pedregosos o difíciles.
Esto se debe a que tienen mucho más cuidado a la hora de avanzar, mientras que los caballos suelen quebrarse las patas o lastimarse con mayor facilidad debido a que no prestan la atención necesaria al camino