Por Sir Arthur
D urante los últimos meses, han sido frecuentes los ataques de funcionarios canadienses en contra de México; un fenómeno inusual, siendo que ambas naciones son miembros del T-MEC.
Canadá, desde principios de año, comenzó a solicitar visa a los ciudadanos mexicanos que pretendan entrar a su territorio.
Ya desde inicios del 2023, en el marco de la celebración de la Cumbre de líderes de América del Norte, Justin Trudeau dejó entrever desacuerdos con el entonces mandatario Andrés Manuel López Obrador, manifestando que el Gobierno de México debía asumir con mayor responsabilidad sus compromisos dentro del bloque norteamericano.
Ahora, las críticas de altos funcionarios canadienses en contra de México se han agudizado; el premier de la provincia de Ontario, Doug Ford, tildó de “irrespetuosa” la comparación de Donald Trump con México, lo que se suma a la reciente postura manifestada por Justin Trudeau, de buscar “nuevas alternativas” en caso de que México no disminuya su actividad comercial con China.
Pese a la postura agresiva adoptada por los canadienses en contra de México, Trudeau no se encuentra en posición de dictar a México el curso de su actividad comercial internacional, ni siquiera como miembro del T-MEC.
La desaceleración económica de Canadá, el fracaso de su modelo asistencialista, el colapso de su sistema migratorio y la crisis de consumo de opioides, similar a la de EE.UU. a la que se enfrentan, le han restado importancia geopolítica a Canadá, quien desde el año 2015, se vió eclipsado por México como el mayor exportador a Estados Unidos.
A día de hoy, el gobierno canadiense ve en México como su mayor rival comercial; Trudeau y compañía saben que no pueden competir con México en términos de producción de bienes para la industria estadounidense, en sustitución de China (conocido como nearshoring), y la apuesta de Trudeau será tratar de limar asperezas con Donald Trump y presionar al gobierno de México, para que este acceda a un mayor volumen comercial con su gobierno.
En los próximos años, Canadá tendrá que asumir su nueva posición como socio secundario en el T-MEC, de otra manera, su retórica anti mexicana tendrá severas consecuencias para su economía.