Hoy en Hidalgo las mujeres participan activamente en la política. Son candidatas, alcaldesas, regidoras, analistas, dirigentes partidistas, autoridades electorales. Parecería que no queda una sola puerta cerrada para ellas. Pero su camino ha estado lleno de obstáculos y la mayoría de ellos aún persisten.
Las primeras Presidentas Municipales en Hidalgo fueron Catalina Ortiz y Amparo Muñoz por los Ayuntamientos de Alfajayucan y Tasquillo respectivamente. Y la primera regidora fue Aurora Spínola de la Colina. Su triunfo fue un logro de la reforma de 1948 que otorgó a las mujeres de la entidad el derecho a votar y ser votadas en las elecciones municipales mucho antes que se estableciera a nivel federal.
Desafortunadamente durante más de 60 años fueron contadas las que accedieron a puestos de representación; fueron necesarias las cuotas y luego paridad de género para poner el piso parejo, aunque esto no significa que las dificultades hayan sido menores.
Las candidatas, por ejemplo, han tenido que enfrentar severos cuestionamientos por su designación de parte de las militancias de sus propios partidos, al considerarlas como una imposición sólo “para cumplir una cuota”, hubo quienes han tenido que declinar a su candidatura después de la presión e intimidación de los grupos locales. Otras tantas que no han sido respaldadas por las estructuras de sus partidos, o han sido acosadas viralmente en las redes sociales.
La crítica política no se ha centrado sobre las propuestas ni la trayectoria de las servidoras públicas sino en que tan “incómoda” caminaba con su “faja”, o expresiones denigrantes como “vieja roba maridos”, e incluso incitaciones a la violencia como “metánla al bote para que la violen”.
Basta con que una mujer alce la mano para un puesto público para que una horda misógina la descalifique y la violente ya sea en lo público o lo privado.
El camino y los obstáculos que tuvieron que sortear Catalina, Amparo y Aurora no ha cambiado mucho desde entonces