Si hablamos del cuidado de la imagen, del cabello, de las uñas y el estilo personal per se, no hay mejor oficio que abarque todo esto, que ser estilista. Ser un estilista top, además de lo ya mencionado, es ejercer una profesión que va a la vanguardia, con sus capacitaciones e innovaciones y por supuesto, adoptando las tendencias del mundo de la moda, es decir, todo lo relacionado con París.
La armonía estética que ejercen estas personas va más allá de lo imaginado, ya que mediante estudios de actitud y personalidad, te ofrecen la asesoría de como verte físicamente, además de la presencia con la que impactarás al mundo. Y sí, suena sumamente importante, pero no nos iremos tan lejos, empezaremos con uno de los básicos: el cuidado del cabello.
Para el cabello, de cómo cortarlo para que nos favorezca y cómo lavarlo correctamente, nos apoyamos de una asesoría con el estilista.
Nosotros como mexicanos, casi siempre tenemos a ese alguien de confianza, el que tiene “buena mano” y el cual frecuentamos desde pequeños porque le cortaba el cabello a mamá, además de ser el que siempre arregla nuestros desastres, cuando intentamos un “nuevo look” con alguien más. Dicho de otra manera, nos ofrece esos servicios necesarios para conservar en forma nuestra autoestima.
Por el contrario, si lo vemos desde el punto de vista del consumidor, la diferencia de costos en otras ciudades puede ser un golpe fuerte para tu bolsillo. Y te cuento de mi experiencia al llegar a Europa.
Cuando viajas por recreación no es necesario un corte de cabello, pero cuando ya radicas más de un año fuera de tu país natal, lo necesitarás. Las mujeres de cierta manera tenemos ventaja y podemos simplemente dejarlo crecer, pero para los hombres, principalmente por temas de estética e higiene en el trabajo, es necesario irlo cortando.
Los precios de corte de cabello para los hombres en las estéticas de París, oscilan entre los 25 a 30 euros, siendo el servicio más barato. Así que, estando en la capital francesa, aproveché de mis aptitudes manuales y ofrecí mis servicios de peluquero, pues vivía rodeada de amigos hombres. Con lo cual, yo junto con mi máquina de cortar cabello casera, fui ahorrándoles un par de euros a mis amigos ¡Qué buena amiga soy!
El primer valiente fue Mau, mi coloc del 7ème arrondissement, que bajo la confianza de mis palabras me pidió le recortase un poco el cabello ¡Quedó guapo!
Y así también vino su amiga Andy; que llevaba un californiano en su larga cabellera y necesitó de repente un despunte. Más tarde pasó con Juan, mi compañero del trabajo. Lo mismo con Erik, que además de vernos para echar chisme, le corté el cabello en varias ocasiones. La primera vez fue evidentemente en mi studio y posteriormente durante el periodo del confinamiento, fueron las demás; cuando vivíamos juntos en Saint-Gratien.
Yo me corté el cabello en tres ocasiones: la primera lo hice yo misma, la segunda fue días antes de mi cumpleaños, haciendo una búsqueda exhaustiva de un lugar “3b” (bueno, bonito y barato… o en este caso no tan caro) en París, visitando así el Salón de Hugo Castañeda, colombiano. La tercera y última, fue en mis vacaciones navideñas por Eslovenia…
Durante la pandemia, mucha gente recurrió a emprender todo tipo de cosas a domicilio y una de ellas fueron los servicios de estilista. Además de darse a conocer de manera orgánica, con recomendaciones de voz a voz o por las redes sociales, el contacto se transformó en algo más personalizado y a mí eso me encanta.
De hecho, fue así como conocí a Marcos Ponce de León, un talento mexicano que lleva mucho tiempo en la profesión y que ha trabajado por años en Disney Paris. Tuve el gusto de conocerlo un día de paso por Itacate.
Y con esto a grandes rasgos considero que ser estilista, es un trabajo que se puede ejercer en cualquier parte del mundo, así que si te dedicas a esto y quieres viajar ¡Anímate, es una buena idea!r

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