Cuando realizamos un viaje, los puntos esenciales son el transporte, la estancia y la comida. De estos tres, considero que la comida es la más fácil de improvisar, porque la oferta es basta y, si estás en un lugar nuevo y deseas probar “esto” y “aquello”, puedes guiarte con las recomendaciones de las personas locales, así como de la información que normalmente nos encontramos en las redes sociales o internet.
En tal caso, y continuando con la historia de la semana pasada, cuando llegamos a la ciudad de los vientos (Chicago), el primer platillo que nos recomendaron fue la pizza, pero no cualquiera, más bien la famosa pizza rellena de Giordano’s Pizza. Así que la historia del día de hoy va de mi experiencia con este platillo de origen italiano.
Comencemos…
Era nuestra primera noche en la ciudad Chicago. Habíamos llegado a nuestro hotel y después de subir nuestro equipaje e instalarnos rápidamente, optamos inmediatamente por hacer caso a una de las recomendaciones gastronómicas del Sr. Juan Matus, para salir a cenar. El lugar destino de esa noche fue Giordano’s Pizza.
Para llegar al sitio donde cenaríamos, caminamos un par de cuadras sobre la Avenida Michigan con dirección a Millenium Park hasta llegar a la planta baja de Prudential Plaza, donde se ubica uno de los restaurantes de Giordano’s Pizza.
Reconocer el restaurante fue muy fácil, principalmente por sus letreros luminosos de color rojo y por la gente que entraba y salía del sitio, ya que todos sonreían y parecían felices; algunos llevaban cajas de pizza en las manos.
Así que con la certeza de que estábamos en el sitio correcto, caminamos desde la terraza junto a la banqueta hasta la entrada principal, donde había una pequeña recepción llena de letreros con la palabra “welcome” (bienvenido) en diferentes idiomas.
Nos registramos con mi nombre y esperamos a un costado a que nos asignaran una mesa que tardaría unos 20 minutos, mismos que aprovechamos para observar el menú y saber qué ordenar.
El menú tenía mucha variedad de comida italiana, pero lo más sobresaliente era “famous stuffed deep pizza”, que en su traducción al español sería como “la famosa pizza rellena en plato hondo o pizza gruesa”, y pasados exactamente los 20 minutos, la hostess nos acompañó hasta una pequeña mesa junto al ventanal y sin perder más tiempo, le ordenamos la cena.
Tanto Lupita como yo decidimos probar la “deep pizza”, una “Chicago Classic” y “Classic Marguerita”. De tan solo imaginar el sabor de una deliciosa pizza italiana, pero con un grosor de 10 centímetros o más, me hacía salivar; y como normalmente me como de 3 a 4 rebanadas, decidí ordenar la mediana (8 rebanadas) para compartir sin problema con Lupita. Ella hizo lo mismo.
Al llegar la comida a la mesa, fue un gozo visual, ¡no podía creer el tamaño de esa delicia! El diámetro de la deep pizza era como de 30 centímetros, pero lo que sorprendía era el grosor, y era perfecta con una pasta crujiente, una salsa deliciosa y al separar las rebanadas, el queso derretido que escurría por las orillas ¡Qué deleite!
Al final no pudimos con todas las rebanadas y con la barriga llena, lo restante lo pedimos para llevar. Después de eso, recordamos que el Sr. Matus nos había dicho que con una rebanada era suficiente, pero el hambre y el antojo habló por nosotras y empezamos a reír.
Lo bueno fue, que a la mañana siguiente, durante mi clase de inglés en línea, tuve un desayuno rico también.
Y a ustedes, ¿les gustaría probar la deep pizza?

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