Por Arturo Hernández Cordero
Tras las elecciones de segunda vuelta que tuvieron lugar el fin de semana pasado, Colombia, país que durante décadas había sido reacio a decantarse por gobiernos izquierdistas, eligió a Gustavo Petro como su próximo presidente, quien asumirá el mandato el mes de agosto tras ganar unas reñidas elecciones al candidato de la derecha Rodolfo Hernández.
Las posibilidades de victoria por parte de la izquierda no eran recientes en el país sudamericano. Ya desde el 2018, la izquierda (también encabezada por Petro) había obtenido resultados mucho mayores a los que tradicionalmente lograba entre el electorado colombiano.
No obstante, a raíz de los disturbios acaecidos en junio del año pasado y los bajos índices de aprobación del presidente Iván Duque, por cuestiones tributarias, la derecha colombiana, históricamente fuerte y dominante, ha perdido el poder a manos de la izquierda.
El resultado de las elecciones en Colombia obedece a un fenómeno generalizado en America Latina; la región ha tornado casi por completo, a la izquierda en consecuencia de la incapacidad de los regímenes de derecha, por atender y entender los problemas sociales en los países latinoamericanos, lo que también se espera que suceda con Brasil, a finales de año cuando el presidente Jair Bolsonaro, se enfrente al expresidente Lula Da Silva.
El patrón parece similar en todos y cada uno de los países de la región: los gobiernos de centro derecha, muestran incapacidad para lidiar con los problemas sociales, surge un estallido social de la mano de una reacción errática por parte de los gobiernos y los grupos de izquierda se presentan como la solución a todos esos problemas para posteriormente hacerse con el poder.
Colombia ha sido el país latinoamericano que más estragos ha sufrido por parte de los grupos de izquierda radical y ha tenido en su vecina Venezuela, el ejemplo más inmediato de las desastrozas políticas económicas de la izquierda populista, no obstante han elegido a un ex guerrillero como presidente.
El carecer de un tinte popular, ha significado el declive total de la derecha en Latinoamérica, tendencia que urge revertir para salvar la economía y estabilidad de la región