Actualmente nos encontramos inmersos en una sociedad en la cual estamos rodeados de un sinfín de nuevos “productos saludables”, orgánicos y/o naturales. Además, diversos medios de comunicación invitan a comprar, probar y adquirir cosas que muchas veces no conocemos y nos dejamos llevar por la vista o la moda; también existe mercadotecnia perjudicial y se carece de la regulación adecuada.
El desarrollo neurológico de un niño ocurre dentro de los primeros cinco años de vida y desgraciadamente a esa temprana edad ya consumen refrescos y muchos dulces, la adicción a la azúcar refinada es impresionante, de tal forma que se llega a comparar con lo que sucede con las drogas. Frecuentemente se observa que los padres de familia no limitan el consumo de dulces en sus niños, las golosinas forman parte de su ingesta cotidiana, es muy común que en casa siempre haya bombones, chocolates, caramelos y galletas hechas a base de harinas refinadas, azucares simples y grasas saturadas.
Además de las enfermedades que se puedan propiciar por el consumo de dulces, existen signos y síntomas silenciosos que los padres no detectan, como lo es la resistencia a la insulina. El páncreas tiene que trabajar mucho más de lo normal y se cansa con el ritmo de la ingesta de tanta azúcar o exceso de comida.
Los conservadores sintéticos y los colorantes artificiales son agravantes de los síntomas del déficit de atención o hiperactividad (ADHD), tanto en los afectados del trastorno como en la población en general. El rendimiento académico ha aumentado y los problemas de comportamiento han disminuido en poblaciones de estudiantes no afectados por ADHD, cuando los aditivos artificiales, incluyendo los colorantes, han sido eliminados de las dietas de las escuelas.
Los colorantes alimentarios son aditivos que proporcionan color a los alimentos (en su mayoría bebidas), si están presentes en los alimentos se consideran naturales; si por el contrario se añaden a los alimentos durante su pre procesado mediante la intervención humana, se denominan artificiales.
La industria alimentaria emplea los colorantes con el objeto de ganar la preferencia de los consumidores. El color es uno de los principales atributos para la preferencia de un alimento. Más del 60 % de las golosinas y de los alimentos industrializados que se venden están elaborados con substancias provenientes del petróleo, las cuales provocan graves daños a la salud. Algunos niños pueden ser particularmente sensibles a los colorantes artificiales, incluyendo el rojo 40, si éste lo consumen puede acrecentar problemas de conducta y provocar hiperactividad, genera problemas de atención, irritabilidad, problemas de aprendizaje, agresividad y ansiedad. Eliminar estos colorantes de la dieta de los niños, puede disminuir o eliminar la necesidad de darles medicamentos para el ADHD (Attention Deficit Hyperactivity Disorder, CBSNews.com, junio del 2008).
Los conservadores como el benzonato de sodio, así como los colorantes artificiales como el amarillo 5, que se encuentran en productos enlatados, frituras y refrescos, entre otros, pueden ocasionar alergias con manifestaciones leves como ronchas, también llamada urticaria, dermatitis atópica, asma o gastroenteritis, o graves como el choque anafiláctico. Las enfermedades alérgicas afectan entre 30 y 40% de la población mexicana. Cuide su salud. ¡¡¡Baje de peso inicie un nuevo estilo de vida!!!
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