Me permito extractar entrevista realizada por Margarita Rodríguez, al Filósofo australiano Román Krznaric, para BBC News Mundo.
“Debemos aprender a convertirnos en pensadores. Debemos empezar a planificar a largo plazo. Si no podemos aprender esta lección de 2020, no habremos aprendido casi nada y eso será una tragedia”, señala Krznaric.
Otro año en el que no emprendimos acciones para evitar la pérdida de biodiversidad, podría ser que la pandemia vaya a ser vista como un pequeño problema, solo un momento en el que miramos hacia atrás en la historia. Pero, por supuesto, creo que también puede habernos mostrado dónde fallamos y lo que es posible.
Hemos visto fracasos terribles de algunos gobiernos para hacer frente a la pandemia, pero al mismo tiempo, hemos visto países que realmente asumieron este desafío con efectividad.
Aunque covid-19 tiene mucho que ver con lo inmediato, con el presente, con una familia que ha perdido a un ser querido o un gobierno lidiando con el desempleo masivo, para mí, covid-19 es un momento para mirar hacia atrás y ver si aprendimos algo sobre la importancia de pensar a largo plazo.
• Estas son las habilidades que se necesitan en un mundo impredecible (y no son tecnológicas)
Es darnos cuenta de que esta no es la única pandemia que vamos a experimentar. Habrá otra y otra después de esa, especialmente en un mundo más globalizado.
Por lo tanto, debemos aprender a convertirnos en pensadores de catedrales. Debemos empezar a planificar a largo plazo. Si no podemos aprender esta lección de 2020, no habremos aprendido casi nada y eso será una tragedia.
Pero si podemos reconocer que debemos ser buenos antepasados, que no podemos simplemente responder al presente, que debemos pensar a largo plazo, ya sea que hablemos de la ecología del planeta o de los riesgos tecnológicos o de la próxima pandemia que pueda estar en el horizonte, si hacemos eso, podremos llamarnos buenos antepasados, los ancestros que merecen las generaciones futuras.
¿Qué nos ha revelado la pandemia sobre nosotros mismos?
Creo que lo que ha creado es una revolución de empatía.
“Tú o yo podemos sentarnos e imaginar a nuestros hijos en su cumpleaños 90 (…) ¿Qué tipo de mundo hay afuera? Tal vez sea una hermosa utopía o un mundo en llamas”, reflexiona el autor.
En mi calle, por ejemplo, normalmente casi no nos hablábamos, pero tan pronto se desató covid-19, de repente creamos un grupo de WhatsApp con más de 100 hogares y estamos entregando alimentos a personas vulnerables o personas mayores que no pueden salir, compartimos recetas de pan y otro tipo de cosas.
Y creo que lo has visto en todo el mundo: las comunidades se han unido para ayudarse entre sí.
Los seres humanos somos muy buenos en crisis. Vamos más allá de simplemente sentir miedo. No nos limitamos a cerrar la puerta para cuidarnos.
• Imagina el mundo | Entrevista con Fernando Savater: “La solidaridad no es un gesto altruista, es una necesidad”
Como sucedió después del 11 de Septiembre y durante el huracán Katrina, a menudo las comunidades trabajan muy bien juntas, y creo que lo que covid-19 ha mostrado en muchos sentidos, es un lado muy positivo de nuestra capacidad para cooperar, confiar y mostrar empatía.
Junto a todas las tragedias, covid-19 nos ha dicho algo sobre nuestro yo social, que somos homo empathicus, no sólo homo self-centricus.
Somos el mamífero más sociable que existe y eso se está viendo.
Por supuesto, todavía somos muy egocéntricos y nos gusta oprimir el botón de “comprar ahora” y nos quedamos atrapados en el corto plazo. Pero la covid-19 ha puesto sobre la mesa algo bueno entre los seres humanos, particularmente en el nivel comunitario.
También hemos visto personas que por alguna razón no quieren usar mascarillas y que dicen que es su derecho no hacerlo. Otras que acuden a concentraciones para protestar contra las medidas de confinamiento porque dicen que atentan contra su libertad.
Sí, creo que eso también nos dice algo sobre la naturaleza humana. Eso que en el siglo XVIII decía el filósofo escocés David Hume: los seres humanos somos tanto palomas como serpientes. Tenemos nuestros propios intereses, pero también somos cooperativos.
Habrá gente que no quiera usar mascarillas, que no quiera formar parte de ese movimiento comunal por el bien público.
Y eso en parte habla sobre cómo somos los seres humanos. Habla de los valores que hemos heredado del siglo XX, los valores del individualismo y de un énfasis excesivo en uno mismo y no siempre de los valores colectivos.
“EE.UU. tiene una tradición individualista… Es posible que allí se tomen las primeras decisiones de profundo calado ético y que dividirán a la humanidad”
Pero claro, tienes razón, ese otro lado también ha salido a la luz porque hay lados más oscuros de la naturaleza humana. Somos seres complejos.
No soy utópico sobre lo que es el ser humano, pero también creo que es muy notable la solidaridad que se ha dado.
Que haya gente que no quiere usar mascarillas no me sorprende, lo que me sorprende en el buen sentido es esa explosión, por ejemplo, de todos los grupos de WhatsApp que se han formado para ayudar, de la cooperación que se ha dado entre la gente