Vecinos de las colonias Escondida, Esmeralda y principalmente La Estrella, deben soportar el mal olor que genera la ola de calor, al evaporar las aguas negras del cauce del Río Chico.
Habitantes de dicha demarcación hablaron de este problema añejo que parece no tener solución e indicaron que, año con año, se acentúa.
Julieta Corona Hernández, reconoció que en temporada de calor, el mal olor es muy incómodo y además, genera mosca y mosco.
Lamentó que este “foco de contaminación” aún no haya sido solucionado. “Lo han limpiado, retiran la basura, tierra y maleza, pero lo del mal olor no se ha atacado. Tengo poco tiempo aquí, pero cuando llegué me dijeron: Usted acostúmbrese, porque siempre es lo mismo con el mal olor, y sí, ya me estoy acostumbrando. ¿Qué le vamos hacer? ¡Aquí vivimos¡”
Esperanza, otra vecina de La Estrella, ubicó a los meses de abril y mayo, como los de mayor afectación por el calor que se incrementa. “Le han dado su limpieza, en dos años consecutivos, pero el olor sigue, quizá necesita mantenimiento más profundo para eliminar las aguas negras y el mal olor”.
Víctor Martínez López, calificó como preocupante la situación por el foco de infección que representa. “Cuando el río lleva un poco de agua no huele tanto, pero cuando se seca, ese residuo como nata que se queda en el concreto despide un olor insoportable. Tengo vecinos que presentan dolor de cabeza y nauseas; se desesperan y mejor se retiran con sus familiares. En estos momentos, hay tres familias que en esta época no viven aquí por el olor del río”.
Martínez López, agregó que hace tiempo, algunos colonos platicaron con personal de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) cuando estaban haciendo la limpieza del río, expusieron el problema y les dijeron que se tenían que coordinar con los ejidatarios; sin embargo, ya se no supo qué decidieron.
Luis Enrique Hidalgo Hernández, director de la Comisión de Agua y Alcantarillado del Municipio de Tulancingo (CAAMT), confirmó que el mal olor proviene de las descargas de drenaje, que desde muchos años atrás, se vierten en el cauce del Río Chico.
Reconoció que la limpieza, que se le hizo al río y que da seguridad en época de lluvias, abona a que el mal olor se aumente, ya que quitan los sedimentos o vegetación que podrían reducir la temperatura y evitar la evaporación de las aguas negras.
Al estar limpio el río, explicó el funcionario, las aguas residuales se impregnan al concreto, este tiene un proceso de calentamiento mayor que la tierra o vegetación, eso hace que en temporada de calor se perciba el mal olor.
Respecto a una solución del problema, Hidalgo Hernández dijo que le corresponde intervenir a la CONAGUA, quien ha concesionado las aguas del río a los agricultores de la región, porque con ellas riegan sus parcelas para sus pastizales y forrajes.
“Las descargas de drenaje domiciliarias que pudieran existir sí se podrían regularizar a través de un estudio y evitar que las sigan vertiendo al rio, pero las descargas de algunos fraccionamientos o de la misma ciudad, río abajo, están concesionadas por la CONAGUA”.
Respecto a la intención algunos vecinos de reubicar la compuerta, que está metros delante de la convergencia de los ríos San Lorenzo y Chico, el funcionario dijo que sería un tema, que deberán platicar con las uniones de ejidatarios y la CONAGUA, porque esa compuerta es precisamente para retener el agua y usarla para riego de parcelas.
Explicó que el río San Lorenzo, que igual tiene descargas de aguas negras, no presenta el mal olor tan intenso como el Río Chico, ya que las descargas son menores, además de que tiene una carga importante de las aguas del manantial Cangrejos, en Santiago Tulantepec r