Por Arturo Hernández Cordero
El presente año 2022 ha sido generalmente negativo para muchas de las economías de América Latina; sin embargo, es el caso argentino el más drástico en términos de devaluación e inflación. Aquel que fuera el país más prospero de la región durante casi un siglo y un receptor histórico de inmigrantes, hoy se encuentra empobrecido y con un deterioro económico galopante.
Con una inflación de más del 70% y una depreciación de su divisa mayor al 20% con respecto al dólar en lo que va del año, Argentina se enfrenta a un panorama desolador. No obstante, y a diferencia de otras crisis a las que se ha enfrentado Argentina en su historia reciente (como aquella de diciembre del 2001), esta no ha generado un masivo estallido social por una razón en particular: el actual gobierno en turno presidido por Alberto Fernández es de inclinación peronista, la izquierda argentina que durante décadas se ha abanderado del populismo y asistencialismo.
Designado por la expresidenta Cristina Kirchner, Alberto Fernández llegó en 2019 a la presidencia con la premisa populista de echar atrás las medidas económicas implementadas por su predecesor Mauricio Macri y continuar con el altísimo gasto público destinado a programas sociales al que tan habituado ha tenido el peronismo a gran parte de la sociedad argentina. Hoy, con una deuda pública impagable, la inflación descontrolada y sonados casos de corrupción entre los que figura el nombre de la ahora vicepresidenta Kirchner, el pueblo argentino ha tomado las calles, pero no con el objetivo de deponer al gobierno en turno, sino de amedrentar a la oposición en caso de que esta pretenda llevar acabo acciones legales en contra de Alberto Fernández o Cristina Kirchner.
Habituar a una sociedad al asistencialismo cuando las condiciones macroeconómicas no están dadas para sostener dicho modelo, condena a los países a la ruina económica absoluta; y ante el ejemplo argentino surge la pregunta ¿que le deparará a México en caso de tener otro sexenio con tendencias asistencialistas como el actual?, lamentablemente, no se experimenta en cabeza ajena