Sin duda los fenómenos que estamos viviendo en estos días en nuestro país, son dignos de estudio, mismos que parecieran impensables hace años.
En primer punto, hace años vimos una disputa pública entre el Instituto Nacional Electoral y el poder ejecutivo. Posteriormente hemos observado lo que parecería una disputa legal entre el Instituto Nacional de Acceso a la Información y el poder legislativo y el poder ejecutivo resuelta en sede judicial, a través de una obligación del nombrar los servidores públicos faltantes en el Instituto previamente mencionado.
Hoy podemos vislumbrar una ruptura institucional entre el poder judicial y los demás poderes, a raíz de la eliminación de diversos fideicomisos en el posible próximo presupuesto, si bien en diversas columnas me he referido a cada uno de los fenómenos previamente analizados, parece oportuno resaltar ciertos aspectos en común.
Si bien mi postura en cada uno de los conflictos la he planteado a lo largo de diversas columnas, parece que estos hechos no son aislados; forman parte de un despertar democrático de nuestra nación, lo cual si bien no es deseado lo cierto es que nos permite vislumbrar instituciones cada vez más autónomas en lucha de sus derechos.
Lo anterior nos acerca a un país mucho más democrático, que permitirá que nuestras instituciones se encuentren fortalecidas.
En tal sentido, parece fundamental que como sociedad apoyemos la autonomía de cada una de las instituciones y su lucha legitima por esa independencia, con la finalidad de que todos los poderes se encuentren sometidos únicamente a la Constitución.
En consecuencia, solo ante una verdadera independencia y autonomía de cada uno de los poderes que permita que actúen únicamente bajo mandato constitucional, permitirá que nuestra nación transite hacia un Estado Democrático de Derecho.
Lo anterior parece que es un triunfo de los años de lucha por la democracia, que ha vivido nuestro país y que hoy estas instituciones representan.
juanfer_lm@jfg