Debido a la sequía que afecta al Valle de Tulancingo, los cultivos comienzan a presentar estrés hídrico, lo cual puede repercutir directamente en la cosecha, sobre todo de maíz, en las tierras de temporal.
Óscar García, titular de la Secretaría del Campo del Ayuntamiento de Tulancingo, informó lo anterior y agregó que hasta hace dos semanas, era halagador el panorama en el sector agropecuario de la región, ya que las tierras aún guardaban la humedad de las lluvias registradas a finales del mes de mayo, lo cual fue ideal para la siembra.
“Las zonas de riego no están en peligro total, aunque ya hay la necesidad de echar a andar los pozos, lo que significa desgaste de motores y gastos por consumo de energía eléctrica, si los cultivos no tienen agua se echan a perder en forma rápida, principalmente en lo que se refiere al maíz”.
Agregó que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) destina presupuesto para las tierras de riego y si éste se rebasa, los productores son acreedores a multas, por lo que el uso debe ser racional, aunque en ocasiones suele ser insuficiente.
El entrevistado, dijo también que todo depende del comportamiento del clima para que las autoridades de los tres niveles de gobierno, determinen que hacer a favor de los cultivos.
De acuerdo con la gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el estrés hídrico es una condición, en la que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado o en la que su uso se ve restringido por su baja calidad.
Los primeros signos de estrés hídrico, se manifiestan en las primeras capas del suelo, las que están más expuestas a la radiación solar, a la temperatura y al viento.
La vegetación más sensible al estrés hídrico, es la de poca altura, como los pastos, que debido a sus sistemas de raíces, de escasa profundidad, adquieren un color amarillo y se marchitan luego de varios días de calor extremo y falta de lluvias.
Así, dos semanas, incluso una sola, con altas temperaturas pueden incrementar las tasas de evapotranspiración, que es la pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación.
Por un lado, se agotan las reservas de agua en el subsuelo, que durante la temporada de estiaje son las responsables de mantener el flujo base o el nivel de los ríos, y, por el otro, comprometen el almacenamiento de agua subterránea y consecuentemente, el suministro de ésta a las ciudades.