Por Arturo Hernández Cordero
El pasado miércoles 6 de septiembre, se dieron a conocer los resultados de los partidos que integran la 4T, para designar a la figura política encargada de contender en las elecciones del 2024 y dar continuidad al proyecto de nación, emprendido por López Obrador en 2018.
Como era de esperarse, la ex Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum con el 39.4% de los votos a su favor, se apuntó una victoria cómoda sobre su más cercano rival, el ex Canciller Marcelo Ebrard, con el 25.6%.
La victoria de Claudia Sheinbaum era prácticamente un hecho desde el inicio del proceso interno de MORENA, debido a las muchas circunstancias a su favor reiteradamente mencionadas en esta columna anteriormente. No obstante, el escenario político que deja el proceso interno del oficialismo es por demás interesante, por lo que representará para la elección presidencial en 2024.
Por principio de cuentas, sorprende que Adán Augusto López, aún con su cercanía personal con AMLO y el haber sido Secretario de Gobierno, a duras penas haya rozado el 10% de las preferencias, siendo superado en las encuestas por Gerardo Fernández Noroña, quien con una precampaña austera y sin apoyo oficialista alguno, lograra el 12% de las simpatías para obtener un honroso tercer lugar.
Por su parte, Marcelo Ebrard ha manifestado su rompimiento definitivo con MORENA, y ha afirmado que buscará la candidatura presidencial por su cuenta. Muchos auguran que Ebrard será el potencial candidato de Movimiento Ciudadano, escenario muy posible y que sin duda va a repercutir en la elección presidencial.
La fractura sufrida por la 4T en su proceso interno es por demás evidente; aunque el respaldo hacia Sheinbaum es grande entre los votantes Obradoristas, Marcelo Ebrard goza de la simpatía del electorado de clase media, quienes consideran la candidatura de Sheinbaum como una imposición presidencial.
El tipo de campaña que Ebrard y sus allegados realicen puede lograr complicarle a Sheinbaum su llegada a Palacio Nacional, o bien, solo arrebatarle a Gálvez el segundo lugar; pero lo que es un hecho, es que su renuencia a aceptar la victoria de Sheinbaum ha dado un giro radical a lo que estaba previsto para el 2024.