Por Arturo Hernández Cordero

Uno de los países históricamente más influyentes en materia política en América Latina, ha sido Cuba. El mayor país de las Antillas ha tenido un protagonismo considerable durante las últimas seis décadas, a raíz del régimen comunista resultante de la Revolución Cubana, sus tensas relaciones con Estados Unidos y de su estatus como el bastión por excelencia del Comunismo en el continente americano.
Si bien, tras el triunfo de la Revolución, Cuba no ha logrado en casi 70 años una situación económica favorable, con gran seguridad se puede afirmar que los años posteriores a la caída del bloque soviético (el llamado “periodo especial”) y el escenario actual en el que se encuentra la isla, han sido las épocas más difíciles que ha atravesado dicha nación, desde que Castro asumiera el poder.
Al día de hoy, Cuba esta sumida en una profunda crisis energética e inflacionaria producto de la desastrosa política monetaria implementada por el presidente Miguel Díaz-Canel. Las protestas sociales masivas como las ocurridas el pasado fin de semana, se han vuelto recurrentes y el éxodo masivo se ciudadanos cubanos a otros países dan fe de una realidad irrefutable: la dictadura cubana está viviendo su ocaso final.
A diferencia de los primeros años posteriores a la desintegración de la URSS; Cuba ya no cuenta con un liderazgo fuerte y unificador como el que suponía Fidel Castro, que logre despertar en el pueblo cubano un sentimiento de unidad y resiliencia ante las adversidades, las nuevas generaciones de ciudadanos cubanos ven muy lejana en el tiempo la época de la revolución, y los pequeños remanentes de globalización que han llegado a la isla, han contrarrestado en cierta medida el adoctrinamiento al que los cubanos se han visto sometidos.
Incluso dentro del propio Partido Comunista, empiezan a surgir discrepancias entre los líderes del mismo en torno al rumbo político y económico que la isla deberá tomar para contrarrestar la crisis que enfrenta. Por su parte, es tarea de los líderes latinoamericanos buscar estrategias de integración para la nueva realidad cubana que se avecina.

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