La semana pasada inició la demolición de una casa antigua, ubicada en la calle Juan C. Doria, y que al parecer no estaba incluida en el catálogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como construcción protegida.
El inmueble albergó durante varios años al colegio particular Leandro Valle, contaba con una fachada sencilla de aproximadamente cinco metros de altura, una pequeña puerta peatonal y cuatro ventanas, que quizá, originalmente, pudieron ser unos balcones.
En el interior había un patio central rodeado de habitaciones, que fueron habilitadas como salones, aún con bóveda y vigas de madera.
Esta casa también abrió sus puertas para que en las jornadas electorales, se instalaran casillas para que la ciudadanía acudiera a sufragar.
Aparentemente, el edificio no registraba riesgo de colapso porque hasta abril del año pasado, antes de que las clases fueran virtuales, el colegio Leandro Valle estaba en funciones, incluso durante la pandemia los profesores transmitían clases a sus alumnos desde ese inmueble.
Se consultó a las autoridades municipales a través del área de Comunicación Social, sobre si ese inmueble estaba en el catálogo de protección a monumentos históricos del INAH, pero hasta la noche de ayer (lunes) la respuesta aún no había llegado.
Otra vivienda considerada antigua, que también fue derribada, estaba ubicada en la esquina que forman las calles Aldama y Allende, la cual lucía una fachada colorida y unos macetones en la parte alta de la fachada.
Los dueños de estas viviendas antiguas, ya habían manifestado que es difícil cumplir los requerimientos del INAH, debido al alto costo de los materiales y la mano de obra para mantener en pie ese tipo de construcciones.
Por ello, coincidieron en que es común observar en ruinas viviendas “protegidas” por dicho instituto, como las ubicadas en la calle Doria, entre Juárez e Independencia; Bravo e Independencia, y en Morelos casi esquina con Guerrero, donde la casa conocida como “La Vecindad de Morelos”, fue derribada sin permiso de autoridades y ahora solo está el predio, que funge como terminal de trasporte público