Se cumplen 10 años de la creación de dos instituciones, que aparentemente apoyarían el desarrollo local en Hidalgo: el Instituto Hidalguense para el Desarrollo Municipal, en el ámbito del Poder Ejecutivo, y el Instituto para el Desarrollo y Fortalecimiento Municipal, como Órgano Auxiliar del Congreso del Estado.
Ambos fueron creados durante el gobierno de Francisco Olvera, con el propósito de encabezar acciones de capacitación, información, asesoría, investigación y difusión que fortaleciera las capacidades hacendarias, administrativas y jurídicas de los Ayuntamientos, impulsando el fomento de la coordinación y colaboración intergubernamental.
Esta reforma ocurrió a la par de la reforma política que amplió de 3 a 4 años, su gestión bajo la idea de promover la planeación a largo plazo.
A 10 años, la realidad es desoladora. La revelación de la estafa siniestra en la que estarían involucrados unos 13 alcaldes y un daño al erario que supera los 550 millones de pesos, devela una vez más las deficiencias de los Ayuntamientos en materia de transparencia, combate a corrupción y la impunidad y por supuesto en proveer servicios públicos de calidad.
No se puede percibir que la creación de estos órganos y la ampliación de los ejercicios de gobierno municipal, haya servido para profesionalizar y se antoja pensar que se ha tratado una vez más, de elefantes blancos que no han tenido una contribución relevante.
Para la nueva administración debe ser un eje fundamental de gobierno, la implementación de una agenda municipalista mediante la participación activa y coordinada de las y los alcaldes y con el propósito de ir fortaleciendo las capacidades institucionales de los Ayuntamientos, con pleno respeto a su autonomía constitucional.
Pero además, un sólido programa de obras y acciones en beneficio directo de las comunidades de nuestros municipios y en la construcción de un compromiso común, que permita reducir la pobreza y la marginación.
De no ser así, se seguirá postergando el auténtico desarrollo local con esa visión asistencialista que tanto ha costado erradicar. Reducir el periodo a tres años, no es suficiente