Digna Ochoa soñaba con ser maestra de preescolar. Sin embargo, su sueño se truncó en 1980 cuando estudiaba la preparatoria, porque su padre fue encarcelado injustamente. Lo acusaban de haber mandado asesinar a una líder sindical de la sección 102 del Ingenio Libertad ubicado en Misantla, Veracruz.
A partir de este doloroso hecho, Digna se decidió a ser abogada, dejo su pueblo y se dirigió a Xalapa para estudiar derecho en la Universidad Veracruzana.
Una vez graduada se enfocó a la protección de derechos humanos y a asesorar personas de escasos recursos y al poco tiempo, se convirtió en la principal abogada de las víctimas de las masacres oficiales cometidas en Guerrero y Chiapas.
En muchos de estos casos, estaba atrás el ejército mexicano. Y precisamente por su labor sufrió amenazas e incluso fue secuestrada en dos ocasiones
El 19 de octubre de 2001, Digna Ochoa fue encontrada sin vida en su despacho ubicado en la Colonia Roma de la Ciudad de México. Tenía 37 años. La Procuraduría Gral. de Justicia del DF encargada de la investigación, dictaminó que se trataba de un suicidio simulado.
Pero ¿es posible que una persona que quiere suicidarse por problemas emocionales use guantes de látex y se dispare tres veces? ¿que se dé un tiro en la pierna, otro en la cabeza y un tercero en el sillón? ¿que quiera simular un homicidio?
Según la Procuraduría, si por lo que descartó continuar con el proceso de investigación y el caso fue cerrado. La familia consideró que hubo diversas irregularidades y llevo el caso a instancias internacionales
El pasado miércoles, es decir 21 años después, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió un fallo histórico: sostuvo que el Estado mexicano es responsable de la existencia de irregularidades graves en la investigación de la muerte de Digna Ochoa, por lo que deberá pedir disculpa pública, poner su nombre a una calle tanto en Misantla como en la Ciudad de México, y entregar un reconocimiento anual en su memoria, a un defensor de derechos humanos.
Su muerte no fue un suicidio, sino un asesinato. Un día de justicia, de justicia digna