El arrollador triunfo de la 4T en las pasadas elecciones del 2 de junio, ha hecho mella en el ánimo y la psique colectiva del pueblo mexicano. Por un lado, los políticos y ciudadanos afines a Morena y aliados, se han montado en un discurso triunfalista desde el cual pretenden validar todas y cada una de las iniciativas del oficialismo, sin objeción alguna valiéndose de la premisa de “el pueblo así lo decidió”.
Indudablemente, la abultada victoria de la 4T ha dado pié al más acérrimo dogmatismo por parte de sus votantes, y Morena ha consolidado una base de simpatizantes tan leal y sólida equiparable a la de los años dorados del PRI; por lo que en el sexenio entrante, de momento no se espera una gran tendencia crítica por parte del simpatizante del oficialismo, al menos que la hoy presidenta electa Claudia Sheinbaum, no logre gestionar adecuadamente la legitimidad que le otorga ser la sucesora de AMLO.
En cuanto a la oposición, actualmente no se vislumbra a un solo liderazgo político o una estrategia que haga pensar que por fin la 4T (ya con mayoría calificada en el Congreso), tendrá adversarios competentes.
Esta falta de rumbo en el proyecto político de la oposición, ha generado un sentimiento de resignación y recelo entre sus líderes de opinión y sus votantes afines, quienes recurrentemente emplean la frase “disfruten lo votado”, ante cualquier situación adversa que acontece en el país para reprocharle a la mayoría de los ciudadanos el resultado del 2 de junio.
Tanto los medios como los simpatizantes de la oposición, aún con el resultado tan contundente de las elecciones no parecen haber entendido que ellos nunca fueron una opción real ni propositiva para la ciudadanía y que ninguna mala gestión por parte de los gobiernos morenistas, haría que el electorado se decantase por el proyecto tan deleznable encabezado por Xóchitl Gálvez, Claudio X. González, Alejandro Moreno, entre otros líderes opositores con una legitimidad popular prácticamente inexistente, quienes a falta de una agenda propia, basaron su pobre ejercicio de oposición en denostar a un presidente con cerca del 70% de aprobación.