Cuando se tiene una vida sexual activa en pareja, existen muchos factores para que esta sea completamente placentera. La verdad es que no es tan fácil. Una de las principales problemáticas que con la que se viven muchas parejas es la disritmia sexual.
La disritmia sexual es la insatisfacción que provoca a uno o a ambos miembros de la pareja que el otro o la otra desee demasiado o muy poco las relaciones sexuales. El problema se presenta cuando los disparadores del deseo sexual en cada miembro de la pareja son muy diferentes y uno a otro miembro se reclaman la falta o exceso.
Esta situación desencadena o evidencia algunas de las disfunciones sexuales individuales. Cuando las parejas comienzan su actividad sexual es muy común que esos primeros encuentros no sean valorados objetivamente tal vez por la propia dinámica de la relación un miembro no “pida” el encuentro y su contraparte no lo tome a mal ya que puede ser que piense “es porque no hay confianza”. O el caso contrario puede que los encuentros sexuales sean muy frecuentes y ninguna de la partes objete.
Durante las etapas de la relación de pareja también se pueden presentar temporadas de bajo deseo sexual; y eso no es tan grave. El punto problemático es cuando hay mucha incomodidad ante la frecuencia y duración de las relaciones.
Ahora bien ¿Cuánto es mucho? Y ¿Cuánto es poco? En realidad no hay un parámetro para poder decir si tener relaciones sexuales una vez a la semana es mucho o poco. Lo importante es que la pareja se sienta satisfecha independientemente de cuanto. Y sobre todo, de que no existan presiones.
Para empatar los ritmos de deseo sexual, lo primero que se debe conocer es la propia sexualidad. La propia respuesta sexual, los estímulos efectivos para desencadenar la excitación, los modos y posiciones y si hay algún tema tabú o de prejuicio.
Segundo, es comunicarlo asertivamente. Comunicar a la pareja el cómo, dónde y cuándo. Llegar a acuerdos y proponer alternativas. Esta es la parte principal de cualquier encuentro, ya que permite conocer la sexualidad de la pareja y así poder acompañarle y apoyarle en los temas difíciles.
Y tercero, tener disposición para el encuentro. Iniciar con encuentros cada vez más frecuentes hasta encontrar el ritmo en que ambas partes de la pareja sientan comodidad y placer.
Independientemente de estos prácticos pasos; es necesario explorar motivos ulteriores a la disritmia. Por ejemplo cuando las parejas tienen conflictos y la sexualidad es un arma de ataque. O cuando existe violencia y es también el sexo un medio para ejercerla. Ó cuando no es posible expresar los sentimientos y emociones y el sexo es el medio para abrir el tema.
De cualquier forma, ante cualquier desajuste o incomodidad en tu vida sexual en pareja es recomendable que lo atiendas con un o una profesional, que te acompañe y ayude a descifrar las causas y te dé el mejor tratamiento.