Por Arturo Hernández Cordero
Tras asumir Javier Milei la presidencia de la República Argentina el pasado domingo 10 de diciembre, el país sudamericano inició un lento y doloroso proceso de reestructuración, con miras a recomponer el camino y lograr una estabilidad económica a largo plazo.
Ajeno a su habitual estilo triunfalista y entusiasta, Milei profirió un discurso de asunción muy solemne y poco optimista sobre el futuro inmediato de Argentina, advirtiendo sobre las consecuencias inevitables que vendrán con el cambio tan abrupto de un modelo económico plenamente estatizado, a un paradigma libertario.
Milei, a diferencia de los políticos izquierdistas de America Latina, cuyo discurso y accionar político giran en torno al populismo, ha asumido los riesgos que representarán hacer un gran recorte al gasto público de Argentina, la pérdida de empleos que esto supondrá y un periodo de estanflación (estancamiento económico e inflación) que impactará la vida de la mayor parte de los ciudadanos argentinos.
Tras apenas pocos días de ostentar el cargo de Presidente, Javier Milei empezó a eliminar Ministerios del Gobierno que a su ver, representaban un gasto innecesario con nulo impacto positivo para su país, tales como el Ministerio de la Mujer y el Ministerio de Ciencia y Tecnología; anunció próximos recortes a los subsidios estatales y una devaluación del peso argentino de más del 50%, para corregir el déficit fiscal.
Con estas medidas, Milei pretende empezar a enmendar el camino tras más de una década en la que el peronismo, para mantenerse en el poder, echó mano de una irresponsable política monetaria y un gasto público desorbitado, para subsidiar planes sociales populistas.
Asimismo, el nuevo Gobierno de Argentina, no ha tenido reparo en empezar a desmantelar la agenda ideológica progresista del régimen saliente, por lo cual, en la asunción presidencial de Javier Milei, se notó la ausencia de cualquier líder político de la izquierda latinoamericana y se contó con la presencia de figuras conservadoras como Eduardo Verástegui, Jair Bolsonaro o Santiago Abascal. El tiempo dirá, si los enormes sacrificios que hoy lleva acabo Javier Milei, suponen prosperidad y estabilidad para su nación.