La teoría política asegura que la conformación de un gabinete de gobierno tiene el mismo destino que un tablero de ajedrez; es decir, hay piezas que se tienen que sacrificar para ganar el juego o proteger “al rey”.
Retumba la palabra sacrificio pero en la práctica es real que algunos funcionarios de primer nivel, tienen un momento de caducidad. Esto es, sirven para determinados fines y después tienen que buscar otros derroteros.
Lo anterior viene a cuenta porque el día de ayer renunció Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía. Y con ello, se desató una serie de especulaciones en torno a la disciplina ideológica del primer círculo de López Obrador.
Hay quienes aseguran que la dimisión de la que fue la coordinadora general de la campaña presidencial del 2018, se debe al tema coyuntural de la Guardia Nacional y su vinculación con las fuerzas armadas.
Todavía es temprano para conocer a fondo los motivos por los cuales la neolonesa, decidió poner fin a su responsabilidad como funcionaria federal. Pero lo cierto, es que ese rubro (economía) es muy delicado como para tomar una decisión precipitada.
Hay cosas de peso que hicieron que la ex panista tomara esa determinación a todas luces sorpresiva y que se anunciara en la conferencia matutina del presidente. Esas señales nos hablan de un posible blindaje mediático.
Es decir, se consideró pertinente hacerlo en el lugar de mayor exposición que tiene el gobierno y no a través de un simple trámite administrativo, como ocurrió con otras renuncias del gabinete. Lo cierto es que a casi 4 años del gobierno de López Obrador, 19 secretarías de Estado han cambiado de titular.
Esto nos habla de una rotación significativa. Porque en el régimen político anterior (PRI), eran muy diferentes las cosas. Quizá los compromisos, compadrazgos, amiguismos y otras desviaciones mantenían a ciertos personajes como inamovibles en sus encargos.
Ahora, por el contrario, el presidente suele mover su tablero con frecuencia. Muy probablemente esos cambios obedecen a dinámicas políticas específicas. Por ejemplo, el caso de la maestra Delfina Gómez, quien deja la SEP para convertirse en la próxima candidata de morena en el estado de México.
Pero hay también quienes se han ido con un mal sabor de boca. Entre ellos destacan, Carlos Urzúa, quien fue secretario de Hacienda; Germán Martínez Cázares, quien fue designado como director del IMSS; Javier Jiménez Espriú, extitular de la SCT; y Jaime Cárdenas, quien fuera titular del El Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP).
Los motivos siempre serán muy particulares, pero lo cierto es que la constante movilidad entre los funcionarios de primer nivel, no permite tener claridad en el rumbo. Y más cuando se supone que el proyecto de la transformación está por consolidarse.
Regresando a la teoría, los autores también recomiendan estos cambios en función de los resultados que se obtengan. En una fórmula básica si los titulares no están dando resultados, se tienen que ir. Pero para el caso que nos ocupa, parece que las motivaciones políticas tuvieron más peso que los resultados obtenidos en la secretaría de economía.
Sea cual sea el caso, el presidente tendrá que proponer muy rápido a otro perfil para cubrir esa vacante en su equipo. La premura obedece a que los mercados son celosos y requieren de estabilidad para no generar zozobra. El tiempo político, al contrario que el ajedrez, no permite tantas concesiones.