En estos días, el Tribunal Electoral del Estado de Hidalgo ratificó el triunfo del candidato priísta en el municipio de El Arenal. Este lugar de poco más de 15 mil habitantes, ubicado en la puerta del valle del Mezquital, es el único ayuntamiento que gobernará el otrora partido dominante en la entidad.

Para dimensionar lo que está pasando con ese instituto político, basta decir que en 1999 el PRI en Hidalgo ganó 64 ayuntamientos, el PAN 9 mientras que el PRD, PT y PARM, encabezaron gobiernos en 10 municipios.

En esta lógica, el tricolor tenía una clara influencia en todo el territorio estatal. Su fortaleza se consagraba con la mayoría del Congreso local y, por supuesto, con la titularidad del Poder Ejecutivo, que detentó hasta el 2022.

Todavía en el año 2016, en el ámbito microlocal el PRI alcanzó a gobernar 16 ayuntamientos de forma solitaria y 14 en coalición con el PVEM y PANAL. Dato curioso, esos últimos partidos ahora aliados de Morena.

De tal manera, que la principal fuerza política del PRI (ayuntamientos), fue perdiendo terreno y encontrando en las alianzas una buena forma de tener presencia en varios municipios. Es decir, los partidos satelitales, prestaban el membrete y los candidatos los ponía el partido en el gobierno.

No duró mucho esta estrategia, porque en la elección reciente (como ya se mencionó) cambió el escenario de tal manera que ahora de 84 ayuntamientos, el PRI solo gobernará en El Arenal. Llega a tal nivel la debacle, que ahora de 30 diputados locales solo tendrán dos.

En esta entidad que se presumía bastión del priísmo nacional, no queda casi nada. Las referencias del tricolor se agotan. Es más, el actual presidente de El Arenal, no está vinculado con el grupo político que ahora encabeza la dirigencia estatal.

Como es bien sabido, Alito Moreno y Carolina Viggiano, han monopolizado la representación a nivel nacional y local del PRI, por lo que otras manifestaciones internas han quedado en la orfandad. Tal el caso de Jensen Oropeza, presidente municipal electo vinculado al actual munícipe Ranulfo Serrano Moedano, quien trabajo por años con José Antonio Rojo, actualmente confrontado con la dirigencia nacional de su partido.

En otras palabras, el único municipio que ganó el PRI no obedece a los intereses de la actual dirigencia estatal. Todo parece indicar que el recién ratificado que ganó por poco más de 100 votos, no será prioridad para su partido por sus propias diferencias internas.

De tal manera que el priísmo puro y duro de Hidalgo –ahora si– está en plena debacle. Hay voces que inclusive hacen llamados a la leal militancia, para que se enfile al GPI (grupo independiente). Esta vertiente del PRI que está aglutinada bajo el liderazgo de Omar Fayad, último gobernador del tricolor en Hidalgo.

Sea cual sea el destino de los pocos fieles a la causa, lo que es un hecho es la nueva configuración política en la entidad. Sin el PRD en el escenario (perdió su registro), sin el PRI como ente dominante y con un PAN muy diezmado.

Al contrario, Morena se fortalece con victorias electorales pero sus bases siguen siendo frágiles, los conflictos internos son la norma y su nivel de institucionalidad está todavía a prueba.

Con estos nuevos componentes, la política hidalguense tiene suficientes incentivos para sorprender a propios y extraños de la vida pública. Ojalá sea a favor de las mejores causas.

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