Por José Francisco Palacios

El 16 de septiembre de 1810, el cura de Dolores del entonces reino de Nueva Galicia, convocó a los habitantes de ese pueblo a levantarse en rebeldía en contra del Virrey y los españoles traidores del encarcelado rey Fernando VII, en manos de Napoleón III.

Pero para comprender mejor este hecho, habría que ubicarnos que, en ese entonces en la Nueva España, había una clara diferencia entre los criollos o como ellos por lo regular se llamaban: americanos y los peninsulares o también llamados: europeos.

Miguel Hidalgo y Costilla, encabezó junto a otros insurgentes, una rebelión en contra de quienes consideraban traidores, ambiciosos, herejes y quienes llevaban mucho tiempo, aprovechándose de los americanos trabajadores, leales y fervorosos católicos, por lo menos así se pensaban así mismos a los que llamamos criollos.

 La lucha de la insurgencia en contra del realismo, puede ser entendida desde la perspectiva de un enfrentamiento de prácticas, percepciones y derechos entre europeos y americanos, ante el hartazgo a la falta de privilegios y sobre explotación económica de los segundos con respecto a los primeros.

Esto lo podemos constatar a partir del jueves 20 de diciembre de 1810, donde el cura Severo Maldonado, por instrucciones del Capitán General Miguel Hidalgo, publica el primer número del “Despertador Americano. Correo Político Económico de Guadalajara”, cuyas líneas empiezan diciendo:

 A todos los habitantes de América.

Europeos establecidos en América: desde el principio de la invasión de la monarquía por los franceses, no habeís cesado de darnos las más fuertes, las más violentas sospechas que sois reos de alta traición.

Si damos cuenta, el primer documento de propaganda a favor de la insurgencia, que en cada edición se hacía un tiraje de dos mil ejemplares, se dirige a los americanos en primer término, y en segundo, lanza una severa sentencia en contra de los europeos que no actúan en lo mínimo para oponerse a los franceses y salvaguardar al rey.

En lo sucesivo, los 7 panfletos publicados hasta el 17 de enero de 1811, son discursos con una oratoria ejemplar, por parte del cura  Severo, donde se acentúa de manera constante la traición, la ambición y arrogancia de los gachupines.

Cierto, en el “Despertador Americano”, no se percibe un proyecto de nación, ni una declaración de independencia, pero nos deja ver las claras diferencias y pugnas entre ambas castas. De hecho, también hubo documentos contrarios que desprestigiaban la causa de los primeros insurgentes. Lo curioso, que una vez muerta la primera rebelión, el mismo Severo Maldonado, fue parte de la publicación del “Telégrafo de Guadalajara”, con la cual se minimizaba el movimiento insurgente como turbas de malvivientes y traidores a la corona.

Esto nos lleva entonces a plantear que el inicio de la independencia de nuestro país, parte también de esas diferencias de precepción, ante el hecho de la invasión francesa a España, que es una detonación, de los ya constantes conflictos de intereses económicos y políticos entre las castas novohispanas.

Es decir, se discursa en ambos panfletos la lealtad y la traición, manteniendo en segunda línea o doble sentido, la lucha de las castas. Por ello, cuando revisamos el inicio de la independencia de nuestro país, no hay una claridad sobre si se pretendía la independencia total, como Morelos sí la planteó, una autonomía de gobierno con respecto a España, o de plano, un verdadero anhelo de ser gobernados por el “deseado” Fernando VII.

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