No recuerdo, en el México contemporáneo, un presidente que haya dejado tanta huella en la vida pública del país como lo hizo Andrés Manuel López Obrador; el oriundo de Tabasco, creó una propia narrativa, cambió la forma de hacer política, construyó un partido político, mantuvo altos niveles de aprobación, en fin.

El recuento es amplio para quienes simpatizan con él y también para los que mantuvieron distancia de este luchador social, que concluye su sexenio este día.

Lo cierto, es que nadie queda al margen de una valoración de quien tres veces fue postulado a la máxima magistratura del país. Sus prácticas, formas y filias, han permeado en una amplia base social que mantendrán por mucho tiempo la herencia de esta administración, que visibilizó a los grupos vulnerados como nadie antes.

Ahora queda una pregunta en el aire ¿Cuál será el papel de AMLO una vez que no sea presidente? En este particular, hay quienes aseguran que su retiro será real, cuidará su proceder y actuará como dictan los cánones del régimen. Esto es, guardará silencio institucional en el quehacer político nacional. Sin embargo, hay quienes dudan que un ente tan político, puede retirarse a casa sin tener la menor incidencia en la cosa pública.

Cualquiera que sea el caso, lo que viene en adelante es la continuación de un proyecto, que con todo y sus bemoles, deberá aprender a vivir sin su principal referente político.

Vale la pena hacer una reflexión sobre el proceder de un expresidente en México. Si revisamos los antecedentes, hay quienes decidieron vivir en el extranjero (Salinas, Zedillo y Peña Nieto), otro que se refugió en su rancho pero que se activa en tiempos electorales (Vicente Fox), uno más que participa en conferencias internacionales (Calderón).

Tal parece que no hay mucho margen de maniobra para las personas que seguramente acumulan amplias experiencias en torno al poder público. El propio sistema los relega a espacios fuera de la vida pública.

Lo que decida AMLO será tomado como referencia para las personas que esperan que la actual presidenta Claudia Sheinbaum, tenga amplio margen de maniobra en sus decisiones sin tener padrino político.

En este particular, la escritura será la actividad que desarrolle desde su refugio del sureste mexicano el expresidente López Obrador. Eso lo anunció en su momento y vale la pena que los actores políticos dejen testimonios escritos de sus responsabilidades.

De preferencia que se haga desde una perspectiva crítica que ayude a las nuevas generaciones a tener referentes y hacer las valoraciones respectivas sobre los temas que atañen al país. Siguiendo esta línea, será muy enriquecedor conocer sobre los asuntos de gran calado como por ejemplo la reciente aprehensión del Ismael Zambada en territorio estadunidense, los criterios para dejar libre a Ovidio Guzmán cuando lo atraparon en Culiacán, los obstáculos que impidieron conocer la verdad de lo ocurrido con los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, entre otros.

Estos capítulos deben ser revisados una y otra vez, para no cometer los mismos errores o para tener certeza de que las decisiones que se tomaron estaban bien sustentadas en una lógica de costo – beneficio. El universo político requiere de varios enfoques y, por tanto, no hay desdeñar la experiencia de actores que estuvieron en la primera línea del poder.

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