Hace unos días circuló por redes sociales, un video en donde el Secretario de Cultura del Estado de Hidalgo, Olaf Hernández, participa en una tremenda juerga. Lo anterior, no tendría la menor importancia, si no fuera porque la celebración se realizó en su oficina y en horario de trabajo.

El video citado, pone de manifiesto que la intensidad de la fiesta alcanzó tal nivel, que los escritorios de trabajo hicieron la función de barra, para albergar la generosa cantidad de alcohol. Incluso, se alcanza a observar que una pantalla hizo las funciones de Karaoke, lo cual motivó a que una funcionaria de la dependencia, subiera al escritorio para realizar una sentida interpretación.

Este exceso se llevó a cabo en tiempos de contingencia derivada por el virus del covid 19, que obliga al distanciamiento social y a la suspensión de varias actividades, entre ellas, las reuniones como la que ocurrió en esta dependencia del gobierno estatal.

La imprudencia de utilizar una oficina de gobierno, como extensión de una cantina no es cualquier cosa. El que hace eso en un espacio público, seguramente no conoce los límites del respeto que merecen las instalaciones, que son propiedad de todos los hidalguenses. 

Pero no solo eso, que ocurra dentro del despacho del secretario manda un mensaje muy poderoso. Resulta que al titular de la dependencia le tiene sin cuidado las formas que debe procurar un funcionario público.

Retrata de cuerpo entero a un personaje que desde hace tiempo es cuestionado por la comunidad cultural hidalguense, justo por su desvinculación con este gremio y el desdén con el que lleva a cabo su trabajo.   

Teniendo este antecedente, cualquiera puede imaginar las limitaciones del secretario respecto al desarrollo de sus funciones. Por lo visto, a Olaf Hernández le gusta pasarla bien, mientras el encargo dura y sacar el máximo provecho de esta posición sin dejar un precedente y sin tener un compromiso real con las manifestaciones culturales de la entidad.    

Estamos frente a una persona que no alcanza a dimensionar que un espacio de trabajo, no puede ser utilizado como un bar. Ya sea que el propio secretario haya promovido esta celebración o simplemente, haya hecho caso omiso de los excesos, el daño está hecho.

La mancha queda en la administración estatal que encabeza el gobernador Omar Fayad.

Ahora solo queda esperar la reacción del mandatario estatal, quien en casos similares, en otras dependencias, ha tomado una decisión tajante al despedir a funcionarios que realizaron reuniones en plena emergencia sanitaria.

Con la salvedad que aquellos festejos tuvieron como telón de fondo, un pastel de cumpleaños y no un escritorio-barra como en el caso de cultura.

Los hidalguenses esperamos un acto de congruencia ante tal arranque del secretario. Ojalá que se tomen medidas ejemplares para que el trabajo del gobernador Fayad no sea cuestionado desde esta delgada línea.

Hay que recordar que este gobierno ha implementado un programa muy restrictivo con la movilidad vehicular a través del “no circula”, se han cerrado espacios públicos, se ha reducido el personal de oficinas para evitar contagios, en fin.

Todo lo anterior, se hace mientras el secretario de cultura brinda sin reparo desde sus oficinas, haciendo caso omiso de las medidas que su jefe ha tenido que implementar con un elevado costo social y político.

@2010_enrique  

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