· El interés de los capitalinos y el dilema de Sheinbaum
· Otra oportunidad para alejarse de la orden de Palacio
· La investigación sobre Pío camina… ¡a la exoneración!
Qué difícil posición la de Claudia Sheinbaum.
Porque otra vez la crisis sanitaria la coloca ante la disyuntiva de tomar decisiones autónomas u obedecer a su guía, impulsor y jefe.
Van dos antecedentes.
A fines de marzo y principios de abril la Ciudad de México era uno de los principales focos de contagio de coronavirus y, también, la de mayor descontrol sanitario.
Ante esta circunstancia, los científicos asesores de la Jefa de Gobierno y la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SSA) recomendaban pasar a la Fase III.
Una acotación: después Hugo López-Gatell creó sus semáforos -rojo, naranja, amarillo y verde en orden descendente- para orgullo de su jefe en Palacio Nacional.
Ella acudió precisamente a las oficinas centrales de ese Palacio y le pidieron esperar porque López-Gatell anunciaba el pico de la epidemia para unos días después o, en el peor de los casos, para mayo.
Con esa tesis, pronosticaba, después todo iría en descenso y se acabarían los problemas
Ella accedió… con los resultados conocidos.
ROJO O MÁS
RESTRICCIONES
El segundo antecedente es de hace seis semanas.
Otra vez los expertos sugerían regresar la Ciudad de México a semáforo rojo como única opción para contener la epidemia.
Repitió el esquema: le pidieron esperar para no confesar el fracaso de la estrategia y, ojo, evitar caída en las encuestas con repercusiones electorales en 2021.
En el inter, y pese a todo, Claudia Sheinbaum ha tomado algunas decisiones autónomas con magníficos resultados de contención.
No puede hacer más.
Pero los contagios aumentan y los servicios médicos pueden saturarse e inclusive hacer crisis si no se toman decisiones más audaces.
Hoy deberá anunciar sus decisiones.
En plural, pues aparte de paralizar la economía -algo de escasa preocupación en Palacio Nacional- podría agregar medidas más rígidas de control.
Mientras tanto, las oficinas públicas ya fueron advertidas: desde la semana próxima podrían suspenderse una vez más los servicios al público.
O, como se prepara el aparato judicial, posponer esa medida una semana bajo el argumento de adelantar las vacaciones de fin de año.
PÍO, RECHINANDO
DE LIMPIO
La maquinaria está en marcha.
La investigación a Pío López Obrador terminará con la exoneración de todos los cargos por recibir millones y millones con fines políticos.
Ya lo dijo la voz de Palacio Nacional: si hubo delito ya prescribió y además fueron aportaciones para causas justificadas: creación, promoción y construcción del triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Distinto al dinero de Odebrecht, entregado tres años antes pero para, eso dice Emilio Lozoya, pagar las campañas del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
O los de la Estafa Maestra, dinero usado en el sexenio pasado para las campañas priístas de años cuando Rosario Robles no era miembro del gabinete, en 2012.
O los desvíos -todavía bajo investigación- en administraciones anteriores, las de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Esos delitos no han prescrito.