El pasado fin de semana circuló un video en redes sociales, que llamó la atención de la élite política hidalguense. Resulta que el senador Cuauhtémoc Ochoa, señaló al secretario de gobierno, Guillermo Olivares, de querer amedrentar a los presidentes municipales que tienen cercanía con el legislador.

Según Ochoa, desde el gobierno hay indicación para que ningún presidente municipal acuda a la Cámara Alta en busca de recursos adicionales para su ayuntamiento. Tomando en cuenta que el representante es presidente de la Comisión de Hacienda de dicha cámara.

En su razonamiento, el postulado por Morena dijo que aunque el señalado sea de su propio partido, no será omiso a las malas intensiones de Olivares, por mantener alejados a los presidentes que lo busquen para gestionar mejores condiciones económicas para sus municipios.

Lo anterior llena de confusión el ambiente político, porque el actual senador ha manifestado en público y en privado sus intenciones de competir para el gobierno en la elección que se avecina. Cuestión que se antoja muy anticipada, pero que desde ahora empieza a trabajar.

Por eso mismo, sus palabras tienen cierto eco. Pero si su principal preocupación es la estabilidad económica de los municipios, la estrategia debería ser otra no confrontar directamente a un integrante del gabinete.

En su lógica, el senador pretende congratularse con los gobiernos de los ayuntamientos y restar la influencia política del secretario Olivares, para que en los tiempos por venir pueda cobrar los favores y tener la gracia de las bases morenistas.

Si esa es la apuesta de Ochoa, corre un grave riesgo porque se contrapone con uno de los gobernadores mejor evaluados del país. Y eso no es poca cosa, porque el aval es para el titular del poder ejecutivo y para su gobierno.

De tal suerte, que la posible diferencia parece más bien un primer round en el cuadrilátero. Ese que le llaman de sombras, para ver como reacciona el adversario. Dicho de otra manera, este dardo esta planeado para medir la capacidad de reacción de uno y otro.

Si las cosas avanzan será el inicio de una relación muy compleja entre el gobierno de Hidalgo y su representante ante el pacto federal. Cuestión que pocas veces se ha visto, cuando los involucrados pertenecen al mismo instituto político.

Por el contrario, si las cosas no avanzan, el legislador federal quedará como un imprudente porque antes de ventilar en público los asuntos que le preocupan, debió hacer las diligencias con el funcionario en privado y tratar de llegar a un acuerdo.

Eso es lo menos que se espera de alguien que quiere ser gobernador. Los buenos oficios para hacer política y en lugar de confrontar tratar de solucionar en bien de los hidalguenses que representa y que ahora se quedarán en la incertidumbre. Porque podrían pensar que si están con el senador, podría encontrar el rechazo del secretario de gobierno o viceversa.

En suma, esa provocación del senador puede salir muy cara para él mismo, al demostrar que no tiene una buena lectura de los tiempos y en política el que muestra sus verdaderas intenciones por anticipado, se expone de más.

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