El domingo se realizó el segundo debate de las y el candidato a la presidencia de la República. Pareciera que el cambio en cuanto a los tiempos y las preguntas mejoró, pero la dinámica del propio debate, continúa siendo un tema recurrente.
En primer punto parece que el deber del Instituto Nacional Electoral, es difundir no solo las propuestas sino un sentimiento democrático, que nos lleve a la idea y el gusto por votar, cuestión la cual se ha hablado poco en este periodo electoral.
En segundo punto, parece fundamental que se haya permitido la presentación de las y el candidato, para que las personas conozcamos a quienes pudieran representarnos.
No obstante, parece que uno de los temas mas relevantes del debate fueron los ataques de uno y otras candidatas, respecto de datos que por unas y por otro fueron considerados como falsos e incluso, de calumnias.
Las calumnias desde hace bastante tiempo, ya no son un tipo penal, dado que no son relevantes como una conducta sancionada en nuestro país, pero aquello que si es viable discutir, es lo que unas y otro candidato consideran como mentiras.
Sin duda como candidatas y candidato, tienen una obligación hacia nuestro país de conducirse de manera objetiva, con la finalidad de no desinformar a la ciudadanía.
Sin embargo, es imposible establecer una verdad como única e indiscutible, ya que cada uno puede tener su percepción de nuestro país y si bien no existe una sanción ni una obligación de conducirse bajo un criterio objetivo ni en propuestas ni dentro de un discurso político, es una obligación democrática de todo candidato.
En consecuencia, la sanción debe de ser impuesta por la propia ciudadanía al momento de emitir su voto en la credibilidad o no de quien considera nos debe de representar.
juanfer_lm@jfg