Estamos próximos a las elecciones en el vecino país del norte y parece prudente hablar sobre el tema.
En primer punto, si bien tanto nuestro país como en Estados Unidos, la elección presidencial es por voto popular, es decir el pueblo decide, existen grandes diferencias.
En nuestro vecino del norte, no se vota de manera directa por el o la presidenta sino por los electores, quienes tienen un compromiso de votar por cierto candidato o candidata, mismos que no tienen ninguna otra responsabilidad, más que el día de la elección ir a Washington a realizar su votación, señalando que no se encuentran obligados a cumplir con su encomienda, pero no ha existido en una sola ocasión en que incumplan con dicho mandato.
En segundo punto, la votación por mayoría si bien es fundamental no es vinculante, puesto que existe un pacto denominado del todo, que implica que cuando un estado obtiene la mayoría de votos, la totalidad de sus electores en automático los gana quien obtuvo la mayoría, siendo pequeñas excepciones quienes no aplican dicha norma.
Lo anterior implica que el poder de los Estados se aumenta, ya que contra más electores más interés se le pone a cada una de las entidades.
No obstante, existe posibilidad de que quien gane la presidencia en EEUU, no haya obtenido la mayoría de los votos como ocurrió en la victoria anterior de Hillary Clinton.
Por tanto, es fundamental tomar en cuenta que cada estado se divide en distritos, por número de votantes y estos generan el total de electores de un estado, por lo que los estados como Florida son fundamentales en la decisión electoral, ya que si bien existen estados que son muy grandes son muy difíciles de ganar por lo que son irrelevantes en las elecciones como el caso de Texas, que sin duda votará por Donald Trump o Nueva York que votará por Kamala Harris.
Sin embargo, algo es seguro: sea cual sea el resultado, será trascendente para nuestro país.
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