Gracias a la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se logró que en Hidalgo las mujeres ocuparan el mismo número de asientos que los hombres en el Congreso. Ahora bien, esa paridad no es real si se miran los cargos que ocupan unos y otros. En concreto, más mujeres en los cargos, no significa más mujeres con poder… permítame explicarle.
Si bien las y los legisladores son iguales, quienes integran la Junta de Gobierno son los que concentran la toma de decisiones. Desde ese órgano, se conducen los trabajos legislativos, por ejemplo, los temas que entran o no a discusión, la conformación de las comisiones e incluso la vinculación con los otros poderes del Estado.
Así que llama muchísimo la atención, que en la nueva legislatura dicho órgano ¡fue integrado únicamente por hombres y se excluyeron a las 15 Diputadas! Lo que nos da una idea que para todos los partidos políticos, el poder sigue siendo masculino.
Quizá en el fondo persiste la vieja idea de que las mujeres que ocupamos un cargo político, no llegamos por mérito propio y que no tenemos capacidades para hacer el trabajo legislativo.
Lo más preocupante es que no hay cuestionamiento de parte de las y los propios legisladores, a pesar de que se sabe que muchas de ellas tienen trayectorias políticas más construidas que, incluso, algunos de sus coordinadores de bancada.
Ahora falta saber cómo se van a distribuir las comisiones dentro del Congreso. Lo más lamentable sería que le otorguen a las mujeres, una vez más, la presidencia de aquellas que llaman en los pasillos legislativos “asuntos de mujeres”, que puede ser cultura, género, educación, salud, entre otras.
La baja representación de las mujeres también se ha hecho notable en el Gobierno. Hay solo tres mujeres ocupando una Secretaría, de las 19 que existen. Una prueba más de que en política, los hombres no están acostumbrados a negociar con las mujeres.
Cómo dice Martha Tagle: «Soló habrá paridad cuando haya más mujeres en el poder, con poder.