Existen algunas similitudes entre estos dos eventos muy obscuros en la historia del país; Ayotzinapa y Teuchitlán nos delatan la barbarie de ciertas personas, la descomposición sistémica del orden social, la carecía de autoridad capaz de hacerle frente al crimen.

Pero quizá lo más lamentable es la impotencia y la desesperanza de tener estos casos, cuando se supone que vamos avanzando en otros terrenos de la vida pública, cuando nos convendría tener todas las baterías puestas en la nueva amenaza económica con Estados Unidos, por ejemplo.

Estos lamentables hechos ponen de manifiesto lo peor del Estado. Porque es claro que falló el municipio, el estado de Jalisco y la federación con sus respectivas instituciones de seguridad y procuración de justicia.

Quizá, solo quizá, el eslabón más débil (ayuntamiento), puede escudarse en su carencia de equipo capacitado, por la falta de elementos policiacos, por lo frágil que resulta la autoridad en esa esfera del poder.

Siguiendo el razonamiento, la entidad (una de las más grandes del país), no tendría ningún pretexto como los anteriores. Se supone que en ese nivel de gobierno existen los insumos materiales y humanos para hacerle frente a un grupo criminal.

Pero la realidad nos dice que no fue así, o que la corrupción hizo su parte y una serie de complicidades permitieron que estos grupos, actuaran con total impunidad durante algún tiempo sin ser molestados.

También está la autoridad federal que en un primer momento falló. No fue contundente con su primer cateo en el lugar donde poco tiempo después los buscadores hallaron cientos de evidencias que hacen pensar que en aquel rancho se entrenada y exterminaba gente.

La desgracia burocrática toca a todos los órganos de gobierno. Aquí no importan colores ni tendencias ideológicas. La cuestión es llegar a la verdad y hacer lo necesario, para desactivar a estos grupos que se han mantenido activos en gobiernos de distintos índole. 

Lo cierto es que Morena debería ser el primero en tratar de solucionar estos entuertos, porque en buena medida todo el movimiento social que gira en torno a su creación y arribo al poder tiene que ver con el desasosiego que provocó el caso Ayotzinapa en el país.

Muchos de esos inconformes con el actuar de la administración priísta de Peña Nieto, encontraron refugio en Morena y abrevaron un buen capital político a los que ahora gobiernan. Por congruencia, las autoridades actuales deberían llegar hasta las últimas consecuencias con este tema.

Aunque en el camino seguramente habrá una serie de complicidades que pueden mover algunos intereses en el gobierno de Claudia Sheinbaum. Esperemos que el Fiscal General de la República ahora si tenga una actuación a la altura de las circunstancias. No hace mucho alguien que ocupo el mismo cargo de Hertz Manero (Jesús Murillo Karam) dijo haber resuelto el caso Ayotzinapa y ahora está librando un proceso judicial por tener muchas inconsistencias en el particular.

Esperemos que esta vez haya elementos suficientes, para que no se “invente una verdad histórica”, como suele ocurrir en este país.

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