Por Arturo Hernández Cordero
El pasado domingo 23 de julio, el pueblo español se dió cita en las urnas y celebraron las elecciones generales del 2023, donde pese al difícil momento económico, crisis de desempleo e inestabilidad social que enfrenta España, el Partido Socialista Español (PSOE), liderado por el actual Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha impuesto de nuevo para sorpresa de muchos.
El triunfo de la izquierda española se da en el marco de un escenario adverso para España, un país con una desaceleración económica alarmante, un envejecimiento demográfico que vuelve insostenible su modelo de bienestar, la tasa de desempleo más alta de la OCDE, inflación y con cada vez menor protagonismo dentro de la Unión Europea.
La gestión de Pedro Sánchez ha sido generalmente negativa para el país ibérico, por lo que resulta inevitable preguntarse: ¿cómo ha conseguido mantenerse en el poder?
Pues bien, en España tradicionalmente ha existido una división clara entre la derecha y la izquierda, teniendo por mayores representantes al Partido Popular (PP) y PSOE respectivamente.
El PP, otrora comprometido con las causas conservadoras, ha suavizado su discurso en busca de lograr concordia en una sociedad española fuertemente confrontada desde hace décadas, por tanto la campaña electoral que dicho partido llevó acabo bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, fue una campaña tibia, con escasas propuestas para hacer frente a los problemas que aquejan a España y limitándose a apelar al voto en contra de Pedro Sánchez, para intentar lograr la victoria.
En consecuencia de ello, aún siendo el PP el partido mas votado, no obtuvo la mayoría absoluta en el Congreso y el mal desempeño de Vox en las elecciones hacen imposible que logre obtenerla mediante una alianza política.
Por su parte, PSOE echó mano del clientelismo, además de movilizar a su base de votantes en contra de los supuestos peligros que representaría un gobierno de coalición entre el PP y la derecha dura que representa Vox, otorgándole al bloque izquierdista los escaños suficientes para formar un gobierno, llevando a España a la incertidumbre generada por un modelo parlamentario escasamente democrático.